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T. S. Eliot, Coros de La roca, I



miércoles, 27 de abril de 2011

Una lectura de Encontrarás dragones / There Be Dragons desde René Girard


Estos días ando leyendo y releyendo ¿Verdad o fe débil? Diálogo entre cristianismo y relativismo, cuyos interlocutores son René Girard y Gianni Vattimo. La verdad es que no acabo de calibrar la ingenuidad y el convencimiento con que Vattimo propone su utopía postmoderna nihilista, a partir, precisamente de unos textos de Girard que él mismo ha refutado en aspectos importantes. Vattimo mete estos textos junto con el cristianismo en su lavadora heideggeriana, y la pone a centrifugar "hasta el infinito y más allá". Ya digo que no acabo de calibrar la razonabilidad de la propuesta; pero bueno, de quien quiero hablar es de Girard.

He visto Encontrarás dragones varias veces, y su huella en mí ha hecho acorde con este repaso reciente de la teoría de Girard. En la película hay escenas que reflejan bien el proceso del deseo mimético, el sacrificio del inocente por la turba e incluso una sustitución de la víctima supuestamente culpable, por un personaje que, creyendo equivocadamente en la culpabilidad de la víctima, finalmente por amor asume esa culpabilidad como propia, sacrificándose a sí mismo, para que la víctima inicial se salve. Especifiquemos.

Manolo desea a Ildiko, pero Ildiko está enamorada de Oriol. Manolo está deslumbrado por la personalidad de Oriol, y envidioso de la mutua atracción entre Ildiko y Oriol: estructura triangular del deseo, donde Oriol se convierte en el mediador/contrincante de Manolo para conseguir a Ildiko. Esto quedará patente cuando, al requerir Manolo sexualmente a Ildiko, ésta le rechace, "porque los celos son feos", y "porque en el fondo querrías ser él" -refiriéndose a Oriol- (cito de memoria).

Manolo, como espía, consigue que el bando de los sublevados vaya masacrando el destacamento de milicianos que dirige Oriol. La masa de milicianos entra en crisis colectiva, cunde un recelo general sobre quién será el espía que les está traicionando. Manolo y dos más urden un plan para salvarse pasándose al enemigo y pacificar al mismo tiempo a la turba: eligen una víctima inocente, Ildiko, presentando pruebas falsas. La turba unánimemente decide matarla como acto de justicia (aparece un venado sacrificado colgando de unos árboles en ese preciso momento, como metáfora de lo que va a ocurrir), de modo que no se sospeche de ellos, y de paso, puesto que Manolo no puede conseguir su objeto de deseo, destruirlo y "vencer" a su adversario, Oriol.

Oriol, el anarquista, decide ser él quien la ejecute (sacrifique). Le echa en cara a Ildiko que sus besos eran "los besos de Judas" (un intertexto que orienta la interpretación del sentido de la escena, y que conecta por el tema de la redención y el cristianismo con una anterior referencia a Crimen y castigo de Dostoievsky: Oriol había dicho que fue el único libro que le gustó cuando estuvo en la cárcel). Pero en el último momento el amor es más fuerte que la venganza ante la supuesta traición, y Oriol carga con la supuesta culpa de Ildiko, autosacrificándose en su lugar, para que los milicianos se convenzan de que era él y no ella, el traidor, y la dejen marchar. 

Creo que se podría continuar el análisis, porque la película da para más, pero lo dejo aquí.

Si Girard había señalado, desde la antropología, que la Pasión de Cristo es la denuncia de la maldad del mecanismo sacrificial del chivo expiatorio, inocente, así como la contención de la violencia generalizada mediante el autosacrificio por amor; en Encontrarás dragones, todo apunta a que, además de los dragones de la violencia, también encontrarás la respuesta cristiana. 

El mismo Joffé, judío y agnóstico, también desde las convicciones antropológicas que subyacen a su propia experiencia humana, ha declarado por escrito lo siguiente: 

"El protagonista de la película es Jesucristo. No estoy hablando en un sentido grandioso o profundamente religioso. Lo que creo es que esta película versa sobre el sufrimiento, y a Jesucristo lo encontramos en el sufrimiento. Y también en el pecado. Este es el excepcional mensaje del cristianismo. Y cualesquiera que sean mis creencias religiosas, no puedo refutar su extraordinario poder redentor y creativo".