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T. S. Eliot, Coros de La roca, I



lunes, 23 de mayo de 2011

¿Verdad o fe débil? Diálogo sobre cristianismo y relativismo, R. Girard y G. Vattimo: cuatro notas



I.
Extremadamente interesante esta recolección de diálogos entre los dos pensadores, y un ensayo de cada uno. Para mí, Girard es uno de los intelectuales más honestos que he leído. Iba a decir uno de los científicos; pero ese complejo de inferioridad que han asumido las humanidades en el mundo académico, frente a las ciencias empíricas, y que las ha esterilizado, y mareado cínicamente luego con la deconstrucción, me ha frenado. Y sin embargo, se puede y debe hacer ciencia en las humanidades. Pero no es eso, no es eso: esto es otra cosa. ¿Cosa? Tampoco me convence, porque justamente las humanidades tienen un núcleo del que carecen las ciencias empíricas... simplemente tienen corazón, porque son ciencias del hombre. 

II. 
Girard, con su teoría del deseo mimético y el chivo expiatorio, con su revelación de la violencia colectiva y el papel de la víctima; con su convicción de que la Cruz cristiana deja al descubierto los asesinatos fundadores de comunidades y permite una deconstrucción (entendida como herramienta, no como fin en sí) de los mitos culturales, no ha hecho más que darme conceptos valiosos para pensar humanamente la realidad humana: no es poco, para como están estos tiempos de post- y trans-humanismo.

III.
He aquí que el fundador del "pensamiento débil", el filósofo italiano Gianni Vattimo, tras leer los estudios de Girard, dice que ha vuelto al cristianismo. Pero es una vuelta débil, hermenéutica. Y aquí cabe todo: la misión del cristianismo sería descristianizarse -despojarse de todo lo institucional- hasta llegar a una caridad absoluta. Vattimo llega incluso a invocar la vieja herejía de Joaquín de Fiore, por la que tras la edad del Padre (Antiguo Testamento), y la del Hijo (Nuevo), vendría la del Espíritu Santo: un reino de perfecta caridad, libre de todo dominio e institución. Todo esto sin dejar de invocar el nihilismo, Nietzsche, la gracia... en una macedonia que puede ser como aquello del Apocalipsis: "¡Qué dulce era en el paladar, pero qué amargo en las entrañas!", y provocar una aguda gastroenteritis vital. 

Girard, a la par de ser educado y reconocer lo que en Vattimo pueda haber de sentido común, se esfuerza por desmarcarse de la deriva de su extraño converso. 

IV.
Señor Vattimo, para volver a Rousseau, no hacían falta tantas alforjas hermenéuticas y débiles. "Amor de sí" y "compasión natural", defendía por toda brújula vital el francés ilustrado: así que esta nueva utopía sentimental, ahora revestida de postmodernidad, ya anda inventada un par de siglos. Lo que no sé es si Rousseau se hubiese despelucado hasta amparar bajo sus dos categorías el aborto, la eutanasia, la manipulación eugenésica de embriones humanos (personas), como usted dice explícitamente; lo próximo, imagino, en la hoja de ruta será la legalización de relaciones sexuales con menores, para "liberarlos-educarlos" cuanto antes, como ya vienen promoviendo desde hace tiempo algunos intelectuales. De aquellos rousseaus, estos lodos, estos Vattimos.

Algunas declaraciones de Girard sobre el cristianismo, me parecen matizables. Pero ahí sigue, investigando sin prejuicios, buscando la verdad y contrastando su investigación con los datos que le proporciona la teología católica más solvente.