AVISO PARA QUIEN QUIERA COMENTAR

¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?
T. S. Eliot, Coros de La roca, I



viernes, 17 de junio de 2011

Un mal artista sí hace daño

Leí el reportaje sobre el artista Antonio López en La Razón del Domingo pasado. Conozco a Antonio López porque una vez organizamos en la Fundación Mainel un coloquio donde participó junto con los escultores Julio y Francisco López y la pintora Isabel Quintanilla -esposa de Francisco-. Era tener allí a un buen y representativo número artistas de lo que se llamó La Escuela de Madrid. Antonio: me acuerdo de que era un hombre muy afable, accesible, daba gusto su lacónica y sensata conversación, escuchar a un maestro.

Hace ya años que no le he vuelto a ver. Leí el reportaje-entrevista con interés. Me llamó la atención su comentario "Un mal artista no hace daño. Un mal político, sí". Lo interpreto en el marco de todo lo que se ha visto con ocasión de las pasadas elecciones, y en sintonía con la humildad y la modestia que él exige -y se exige- a artistas, gestores, directores de museos, críticos... Y en todo esto estoy de acuerdo.

Pero, también se puede pensar la declaración desde otra perspectiva: la de la incisión cultural real, práctica, que tienen los artistas -no sólo los plásticos- en las vidas de las personas concretas. Creo que en ningún otro estadio de la civilización se ha vivido con una mayor conciencia estética como ahora, al menos tantísimas personas. Cuántas veces el criterio estético pasa por delante del ético o del puro sentido común, -o sin guardar relación alguna con ellos-, en la toma de decisiones que atañen de forma importante a la persona. 

En todo queremos diseño, sensación, sorpresa... y no lo veo mal. Pero veo que el barco de la vida colectiva se nos está hundiendo por sobrecarga estética. Y cuando hay sobrecarga estética, quiere decir que nos hemos olvidado de lo razonable en el vivir, de la realidad, del buen sentido: parece que hoy todo el mundo se cortaría el brazo derecho por tener el famoso "vientre plano"; todo es epicureísmo de garrafón, y entonces hay inflación de arte, de humo, polvo, sombra, nada.

El mal artista nos confunde, porque el camino estético, hoy más que nunca, debería conducirnos a lo mejor de nosotros mismos.