I.
Los libros tienen su tempo, es su alma, su paso, su transpiración. Todas las palabras del mundo es de tempo largo como las noches de invierno, como la vida cuando se la deja ser, se la deja ir. Aunque parezca corta. Como parecen cada una de las piezas del libro. Pero aquí hay que leer hacia adentro, más que hacia adelante, y entonces sale ese ser moroso, que nos invita, que nos abraza.
II.
Reconozco que me siento en casa leyendo el libro. Comparto con esta voz que habita poemas, estampas, cuentos, microensayos... su atención al lenguaje: no a las gramáticas ni a las teorías, sino a las palabras que nos hacen, desde las que queremos comprender y comprendernos. Todas las palabras del mundo para decir el mundo y no nos bastan, y habrá que seguir diciéndolas. Pero me gusta notar esos espacios en blanco, generosos, tras cada texto. Me gusta ver ahí imaginado el silencio, en el blanco de la página. Todas las palabras del mundo para rozar el silencio, lo no dicho, lo indecible; lo que no es mundo pero lo aviva. Por eso todas las palabras del mundo, todos los textos del libro, no nos dispersan en la desesperación del ruido sin fin, sino que nos recogen en el silencio del que vienen, y al que apuntan.
III.
Relatos que producen extrañamiento, que despiertan la atención. Finas paradojas. Escenas en las que entramos in medias res, con pocas facilidades; se nos introduce en un diálogo, él, ella: en la escena casi desnuda, sentimos la gravedad que se cierne, la gravedad del sentido, como en un poema. Hacia dónde decantará. Hacia el centro. (El azul)
Ingenio del que ha observado tanto, tantas veces; del que medita, de quien encuentra relaciones. (Defensa vikinga de las palabras)
Ironía que recuerda a algunos versos y enfados desenfadados de Miguel D'Ors (Re-Neruda), para quitarle solemnidad prefabricada al tema, llevándolo a un ámbito personal, donde hay algo que desmentir y algo que afirmar.
IV.
No se pierdan "Ella y la vida". Se encontrarán allí.
Editorial Bookman Libros Únicos, 2025