AVISO PARA QUIEN QUIERA COMENTAR

¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?
T. S. Eliot, Coros de La roca, I



lunes, 30 de enero de 2012

Somos cuento: algo más sobre nuestra identidad narrativa



S/T JM Mora Fandos

Ahora que lo pienso, me asombra gratamente que el asunto que más salió en la conversación, durante los días de la presentación de Tan bella, tan cerca, en Sevilla, fue la identidad narrativa.

En la propia presentación, dije: "Cuando tienes más de cuarenta años y alguien te pregunta quién eres, tienes que contar un cuento. Cuando eres un quinceañero, puede bastar un haiku: no tienes apenas historia, experiencia; solo sentimientos, deseos, instantes. Pero a los cuarenta, sí tienes historia. Y esa historia ha moldeado quién eres. Ese momento vital te permite ver lo sido y proyectar todavía quién quieres ser (dentro de unas posibilidades). Lo más seguro es que el cuento de tu vida no sea del todo satisfactorio; y pensar que todavía "hay tiempo", espolea un proyecto de narración."

Dije alguna otra cosa. Como he seguido pensando algo más sobre el asunto, indico aquí algunas aclaraciones sobre lo anterior:

1. Podemos seguir proyectándonos hacia el futuro porque el hombre es una estructura abierta, que puede trascender aparentes determinismos. Una tortuga, por ser estructura cerrada, ni tiene historia ni podrá tenerla, aunque se encuentre a mitad camino de su vida biológica (no tiene otra). Precisamente vida biológica no es historia: biología no es biografía.

2. Por ser estructura abierta, el hombre puede hacer el cuento de sí mismo constantemente. Curiosamente, este cuento, esta narración siempre se escribe desde el último capítulo, desde el "ahora" que estoy viviendo. El ahora no está cerrado, por lo tanto, el "momento de narración" puede hacer que lo que se solía narrar de un modo, mi historia "oficial", pase a ser narrado de otro. 

3. Un acontecimiento vital importante generará una novedad en la narración considerada hasta ese momento "oficial": un nuevo principio narrativo que reordena la narración.

4. Es auténtico acontecimiento porque abre una posibilidad nueva de futuro. "Si el futuro puede ser de este modo nuevo que yo no esperaba, entonces este proyecto que surge ahora hace que relea el sentido de lo que ha ocurrido hasta el momento". Cosas que antes no valoraba de mi pasado, pasan a tener valor. El inicio del futuro relee y reescribe el pasado.

5. Nadie tiene asegurado el buen fin de su narración vital. Lo que aparece como acontecimiento preñado de futuro y cualidad sanadora de la historia pasada, puede o puede no ser tal. 

6. Hay acontecimientos vitales que sí tienen esa fuerza sanadora, pero hay que saber discernirlos. La historia, la filosofía, la religión, las tradiciones, las instituciones, las comunidades, el rostro del otro y del Otro son agentes, fuentes de sentido para el discernimiento. Pero, una vez más, no hay soluciones fáciles, "de manual", ¡ya!

7. El solipsismo tiene tres problemas: evita la aparición de acontecimientos (el acontecimiento es una realidad que yo "no pongo", que viene de fuera, y por eso me abre a lo otro, a una posibilidad de novedad, futuro); incluso si se diera el acontecimiento, dificulta la posibilidad de interpretarlo, de descubrir el sentido "de redención de la historia, de mi cuento" que pueda encerrar; y por último, bloquea la necesidad de pedir ayuda, de dejarse ayudar por los "agentes de sentido".

8. La escritura de los otros en mi propio cuento es clave. Piénsese en la dimensión esencial que la intertextualidad tiene en El Quijote, por ejemplo. 

9. Lo que mueve mis re-cuentos y re-escrituras es la búsqueda de la felicidad. Si esto pierde intensidad, honestidad y posibilidad de purgación de lo ya habido, la narración/vida perderá rápidamente calidad. Una novela en el proceso de su escritura alcanza momentos de disyunción: profundizar, purgar, asumir el reto de lo mejor por venir; o caer en un subgénero, amoldarse a unas reglas generales, fáciles, seguras. Como si Dostoievski, a mitad de la escritura de Crimen y castigo, hubiese decidido hundir la narración en los parámetros de una novela policíaca (quién lo hizo y a ver quién lo pilla). La vida personal sigue estas pautas, incluso de modo más dramático.

10. Mil lecturas, pero una sola vida para ser feliz, hace que nuestro proceso de leer, releer, escribir y reescribir sea algo en absoluto frívolo.

Uf, ya lo he dicho; qué a gusto me he quedado. Gracias por la paciencia de leerlo.

domingo, 29 de enero de 2012

Underworld, el despertar: pero qué miedo

Caminaba yo por Madrid hace nada y me encontré con un cartel de una chica con dos pistolas. "¿Pero esa no es...? Sí, sí es... qué miedo". Hace ya unos cuantos años, con unos amigos, comencé a ver Underworld. La verdad es que es difícil que me siente a ver algo así, pero la amistad -vamos a contradecir un poco a Cicerón- va más allá de coincidencias en gustos concretos -pero si además se coincide, pues oye, bien también-. Total, que comencé a ver a aquella chica que estaba en cuclillas, bajo un filtro azulado, vestida de cuero, bajo la lluvia -creo que llovía-, como rezando algo que resultaba ser una breve narración para situar al espectador. Y luego, pues comenzaron a salir hombres lobos y vampiros, y no sé si alguna loba y vampiresa -que está claro que tienen el mismo derecho a morder que el resto de los inmortales-.

Y en esas estábamos cuando van apareciendo los amigos del mordisco, y la verdad, con unas pintas de lo más humano. Ahí fue donde me invadió una curiosa sensación de miedo. Me recordó a la pura realidad: la noche poblada de gente con apariencia muy normal -incluso alguno se parecía a alguien que había visto en la cola del supermercado- pero que en el fondo tienen unas intenciones no tan normales. ¿Estaremos ya en underworld sin saberlo? ¿No escribió este guion Darwin, ya hace unos sigletes? Me levanté y me fui preocupado, y asustado. 

*

A la chica de la película secuela ahora la criogenizan durante doce años y al despertar descubre que espera una cría. Mira qué curiosa etimología me he encontrado. Al menos me llevo eso.

jueves, 26 de enero de 2012

Presentación de Tan bella, tan cerca en Sevilla: díptico sevillano


Saxo y trompeta (sobre una foto de la Sant Andreu Jazz Band), JM Mora Fandos

I
"Léisenyénelmenuisórieueueueueueuelándinsevíleueueueueueueueueuemálagárpor"... No, no hizo falta la traducción consecutiva: tras media hora sobrevolando el aeropuerto de Sevilla por las nieblas, habíamos desarrollado un carisma para lo inefable, y pudimos interpretar el arcano sin margen para la discusión erudita: Málaga nos esperaría con los brazos abiertos. Y así fue. Un bonito trayecto en autobús, que me permitió conocer un paisaje hasta ahora desconocido.

Javier Sánchez Menéndez, mi gran anfitrión del día, hizo que todo fuera cordial y fluido, como la buena vida. Sevilla, al lado sur de las neblinas, otra vez inconmensurable. Y a las 7:30, Casa del Libro, llega algún amigo, pongo la caña del saxo a remojo, llegan más amigos, acaricio con mano de papá la espléndida chaqueta de diseño que Siltolá le puso a Tan bella, tan cerca, ... Victoria León me trae su traducción de Tipos diversos, Chesterton, en Espuela de Plata, que a la mañana siguiente leo tan a gusto hasta el tercer tipo bajo la pérgola sobre un laguito que hay en el parque de María Luisa. Enrique y Leonor, tan radiantes y tan papás, que daba gusto verlos. Un fuerte abrazo para Enrique Baltanás -él no sabe que mi actual peinado se lo debo a él-, y yo más contento que unas pascuas. Y José María Jurado, a quien ya tenía ganas de saludar en carne mortal, y Juan Antonio González Romano -otro de mis espectros digitales que necesitaba encarnación-, con quienes disfruté tanto conversando en la cena. Ah, y Marie Christine del Castillo, que tan gentilmente me trajo un ejemplar de TBTC para que lo se lo dedicara con una japonería a su hijo. Y Rafael Suárez Plácido, que es del capítulo II de esta croniquilla. Bueno, y que no me olvide de Abel Feu, cuyo mimo extremado está en cada página del librito. Y que me perdone quien no recuerde ahora mismo.

Enrique G-M puso la buena temperatura, y la pista de despegue -sin referencia a lo de Málaga- a mi ultraligero, que divagó como suele hacer, contando anecdotillas, algo del making-of, y sobrevolando en círculo cada una de las preguntas que hubo: la interesantísima de Enrique B, sobre identidad narrativa y el apunte tan luminoso de EGM sobre "Nel mezzo del cammin di nostra vita" y la necesidad de contarse a uno mismo; y la de José Miguel, a quien no pude saludar al terminar el acto, sobre el valor cognoscitivo del arte -o eso respondí yo-, la de Juanjo, que no recuerdo ahora -perdón- y creo que alguna más... A mí me pasa lo que Rousseau decía de la escritura de las cartas de amor: que se comienzan sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho. Luego unos temas al saxo, dibujetes y una copa de cava a la que nos invitó tan amablemente Manuel de Medio. 

Y como colofón, el agradable rato de cervezas y amistad. Por todo, todo, todo muchas gracias, Javier.

Y pasó la tarde, y llegó la mañana: día primero.

II
Mis anfitriones de este segundo día fueron José Luis Piquero y Rafael Suárez Plácido. Sevilla nos bendijo con un sol suficiente y con la amistad. Yo, encantado de las cañas en la puerta de Jeréz, y enfrente de la Universidad. La conversación fluía, como la buena vida, cordial. Libros, poemas, poetas, películas... ya en la terraza del restaurante, Rafa puso las palabras sobre algún horizonte metafísico; tuve que abandonar las chuletillas y tomar impulso para que mi ultraligero surcase de nuevo los espacios, pero José Luis me recordaba -flanqueado por la Ribera del Duero en toda su extensión- que algo más inmediato me esperaba en la copa. Así que no nos pudimos quejar -al menos yo-: hubo de metafísico y de más físico. Nuestro vicio por los libros no tardó en salir. Rafa apuntó que había visto una traducción del Preludio de Wordsworth, en una librería por Los Remedios. José Luis estaba algo renuente a una excursión a aquellas horas. Pero la expedición valió la pena, convinimos finalmente. Yo lo llamo Providencia. 

Y luego un café, dedicatorias de TBTC con dibujete. José Luis ya me había regalado una traducción suya de tres cuentos románticos de Fitzgerald, que no tardaré en leer... Jo, se nos había ido la tarde, y yo que quería haber tocado el saxo por el centro histórico sevillano, y que Rafa y José Luis se solazasen al último solecillo al son de una bossa nova... 

Bueno, detallazo de llevada al aeropuerto, mientras escuchamos a un tal Josh Rouse (?), heterogéneo e interesante como la vida misma. Despedidas, "Volveré", como MacArthur.

Yo estaba dispuesto a aterrizar en Barcelona, y luego a un periplo busero por la Tarraconensis. Me traía tantas cosas buenas para leer, y recordar... Pero no hubo suerte.

domingo, 22 de enero de 2012

La lectura, esa catarsis necesaria



Sybila Pop, JM Mora Fandos (acrílico sobre papel)

En el mundo clásico las cosas estaban más juntas. Hoy tendemos a pensar que en la vida personal lo estético y lo ético siguen caminos particulares, que pueden -o no- cruzarse en algún momento. Pero los contemporáneos de Aristóteles iban al teatro tanto como el que va a pasar un buen rato, a descansar; como el que confía su conciencia a un experimentado consejero… y descansa también. Catarsis era la palabra que empleaban para referirse a aquel efecto de purgación: no solo poner los problemas entre paréntesis un rato, abrir una ventana de aire nuevo a la interioridad a través de la diversión; sino justamente a través de esa ventana de la ficción, esa placentera experiencia, atisbar un sentido para la vida que ayude a entender mejor “lo que a uno le pasa”. No es poco placer esto de encontrar sentido para lo que más nos importa.

Nuestra cultura —tan marcada por la inmediatez, la fragmentación, el activismo que fracciona el día en multitud de astillas incapaces de decirnos el por qué y el para qué de lo que hacemos— necesita una mayor confianza en la experiencia de las narraciones ambiciosas, profundas. Tiempo para leer, elecciones sabias, un contexto humano en el que interpretar y compartir lo leído son rasgos de un estilo de vida que parece urgente adoptar. Julián Marías escribió con deleite y largueza sobre la dimensión narrativa de nuestra vida, seres biográficos como somos. Para encararnos con lo que somos, fuimos y queremos ser, hace falta un hábito de encontrarse “en familia” con las narraciones: ahí podemos encontrar imágenes de una vida en su conjunto, con sus luces, sombras, sentidos y esperanzas.

No es mala determinación la de “sacar un tiempo” de lectura diario, semanal… buscar esa catarsis que nos ayude a ganar el tiempo de nuestra vida, a sacarle el sentido más alto a nuestra biografía personal. 

La musa de este artículo se llama Ángel Escudero, médico y gestor de Promoción integral de la salud -donde se junta la salud con el sentido humanista de la vida personal-, que me pidió un artículo para dicho blog. Aquí está, y aquí el enlace al fenomenal blog. 



sábado, 21 de enero de 2012

Snoopy a sus sesenta: los mitos no necesitan liftings


Nunca he sido un snoopero, pero hay cosas que tampoco puedes elegir (y esto no es malo: tener que elegirlo todo, como quería J-P Sartre sería insoportable, menuda esclavitud). Hay iconos, como hay cómodas, paragüeros, que asumiste pacíficamente desde pequeño. Son parte del paisaje, y entre ese paisaje, siempre hay unos cuantos mitos. Snoopy y la panda lo fueron para mí. 

Es verdad que eran un icono muy USA, increíblemente exótico para un españolete de los 70's: a ver, si no, cómo interpretar aquellos caretos tan impolutos, bien alimentados de cereales, con dentaduras que -suponías- eran cepilladas tres veces al día. Sí, cuanto más lejano, más se asienta el mito.

Las tintas planas, las líneas negras -claras y sin pelillos- para delimitar perfiles y fronteras... siempre me hacen pensar y sentir un mundo de esencias, de claridad. Ese modo metafísico de dibujar hacía que las breves historietas de Snoopy, Carlitos & Co. dejaran como un poso de enseñanzas eternas, sobre la amistad, la diversidad de caracteres, el bien, las pequeñas decepciones, las pequeñas ilusiones...

En fin, hoy en los periódicos contaban una mentira: Snoopy "cumple" sesenta años. Desde la cima de su caseta, con su barriguilla al sol, estará sonriendo con una pizca de ironía. 

viernes, 20 de enero de 2012

Presentación de Tan bella, tan cerca en Sevilla

Es que la niña tenía que ser presentada en su propia casa, la ciudad de la editorial; si no, el padre de la criatura no estaba tranquilo. Pues ahí vamos. Este es el tarjetón que ha preparado La Isla de Siltolá, la mamá:


Y, todo un honor, Enrique García-Máiquez, autor del magnífico prólogo, tío en línea directa de la jovencita y su padrino con Enrique Baltanás, la presentará en sociedad. Y luego dedicatorias-dibujos, y algo de jazz y esas cosas típicas de la familia Mora Fandos. A ver si podéis pasaros. Creo que no nos vamos a aburrir. 

jueves, 19 de enero de 2012

Nuevas tecnologías, renovarse o morir: el caso David-Goliat... e Indiana Jones y los vinilos de mi sobrina





Pies, JM Mora Fandos

Seguramente cada día es más difícil decir "oh, sí, como David y Goliat", y que le entiendan a uno. Pero no me detengo ahora en las causas. A lo que voy es que volví a encontrarme el pasaje de la Biblia donde aparece la pareja, en ese combate dispar. Y me acordé de esa escena de Indiana Jones: en busca del arca perdida, en la que Indi se ve de sopetón frente a un sicario de los malos malísimos, en medio de un mercado oriental; el sicario se pavonea blandiendo un alfanje sediento del cuello del aventurero... y cuando estamos esperando una encarnizada lucha, Harrison Ford desenfunda un colt y le aloja una bala al envalentonado agresor. "Eso, como David y Goliat", pensé. Y eso es ese choque de tecnologías, donde una supera en mucho a la otra. Un cambio de paradigma.

La pistola de Indi y la honda de David, frente al músculo y el acero. En todo cambio de paradigma -que habitualmente es a mejor- hay alguien que pierde, si persiste en lo antiguo. Y no voy a defender a Goliat, ni al sicario, que bien malos eran; pero hay algo siempre que merece ser mantenido... o al menos siempre viene esa tentación de no llevar algo de nuestro pasado al contenedor. Véase: mi sobrina, hace una semana, todavía reciente el paso de los Reyes de Oriente, me contaba que le habían traído unos vinilos. Ay, qué rápido me deshice yo de ellos -se deshizo toda mi generación- buscando los "compacs", DDD, a ser posible. Y ahora la siguiente hornada de humanos, no solo los desentierra en las bodegas de las tiendas de viejo, sino que compra nuevos, recién sacados del horno. Mi sobrina decía que tenían ese sonidillo, como de imperfección. No tenía que decírmelo a mí, que me había pasado años con el trapito y el alcoholito, lamentando aquellas rayas que salían al sesgo y que hacían saltar las agujas de zafirete.

Sí, el sonidillo de la imperfección, ese que siempre nos acompañará, aunque hagamos muy bien en aprender los nuevos paradigmas tecnológicos... y tirar los trastos al contenedor. (Otro día habrá que hablar de la importancia de soltar amarras, y no volver al pasado con tanta fruición, como hacemos ahora).

martes, 17 de enero de 2012

El arca de la isla, de Miguel Aranguren: cuatro notas


I. 
Yo solía decir una frase-pose (las frases-pose son malas para la salud, yo la traigo aquí en señal de penitencia): "Solo me gustan los animales que podrían aparecer decentemente en un plato y con guarnición de patatas". Tiene un fundamento al que no renuncio: siempre me ha gustado más la flora que la fauna (y no solo la flora a la parrilla o salpimentada y oleada); y me sigue gustando más. Pero ya no diré más la frase-pose a lo Oscar Wilde. En parte porque me he acabado de leer El arca de la isla, de Miguel Aranguren.

II. 
También reconozco que la novela de aventuras -y de género en general- no es mi tipo. Y ya que estamos con confesiones, pues también que me costó iniciarme en la lectura de esta novela. Pero poco a poco se fue enderezando la cosa -la cosa es mi disposición-, y la lectura funcionó ("¿Hay que dejar el libro cuando ves que no te coge?", pues la lectura siempre es un riesgo, algo que pide inteligencia, criterio... pero no sigamos por aquí). En El arca de la isla hay una serie de mundos, todos bastante exóticos para mí: Siberia, Brasil, Argelia, Níger... Océano Atlántico,  la jet set madrileña del franquismo, los inventores de prototipos automovilísticos, ingeniería genética, KGB, el Pentágono, safaris, notarías...  

III. 
Es una narración ambiciosa, con constante intercale de tiempos y lugares distintos, que van dosificando la información justa. Y la veo como participando de diversos géneros: aventuras, drama moral, psicología de relaciones humanas, utopía y apocalipsis -pero no tanto-, algo de novela negra, humor, viajes, fantasía... por eso no es estrictamente "para jóvenes" aunque un joven con madurez le sacará provecho; ni tampoco "para pasar el rato", aunque lo pases; ni "thriller científico", aunque haya mucho de eso; ni novela de dilema moral, aunque desde luego lo es, y pone los pelos de punta porque no está hablando de cosas que no estén ocurriendo en el campo de hibridaciones humano-animales... Solo de pensar la cantidad de documentación y observación que le habrá llevado al autor, me he de sentar.

IV. 
Y además, cuenta con abundantes dibujos de animales, realizados por el propio autor, realmente bellos. Creo que esto último, sobre todo, me ha hecho repensar mi antiguo prejuicio animal-gastronómico. Por todo, gracias, Miguel.



sábado, 14 de enero de 2012

Tú también puedes ser un terrorista cultural... con el móvil


Director de orquesta, JM Mora Fandos

Eso que alguna vez habías pensado que podría ocurrir... acaba ocurriendo. Leo en La Vanguardia que la 9ª sinfonía de Mahler, interpretada por la Filarmónica de Nueva York, fue detenida por el tono de un móvil. Un tono persistente, cuyo instrumentista entre el público no quiso detener -seguramente por la vergüenza de que se le identificara-. Pero es algo tan humano... sentirse y saberse pillado, agarrotarse por los nervios, huir hacia adelante, porque parece que queda una estrecha senda... pero que se va estrechando, más y más... hasta que el director de la Filarmónica detiene la historia de la humanidad.

En fin. Esto me recuerda a la eterna fábula, contada tantas veces por la literatura, el cine, sobre el poder que se le escapa de las manos a quien lo ejerce. Sin ir más lejos, también en el ámbito musical: recordarán el cuento del aprendiz de brujo, musicado por Paul Dukas y encarnado por Mickey Mouse en Fantasía, al que se le multiplican las escobas portadoras de cubos de agua...

Pues eso: esa cosita que llevamos en el bolsillo como si nada, es una varita mágica cuyo manual de instrucciones -como buenos españoles- no hemos leído; o digamos que hay un manual de instrucciones ético, ese que no viene nunca con el aparatito, que uno ha de buscar... y tampoco está en un tutorial de internet. Lo tienes o no lo tienes, lo buscas o no lo buscas, y qué fácil es perderlo u olvidarlo... y convertirte, sin pretenderlo, en un pequeño gran terrorista cultural.

jueves, 12 de enero de 2012

Contra la crisis, lectura


"La niña de las coletas", preciosa y esperanzada escultura de José Esteve Edo (Valencia, España)

Hay blogs fantásticos, como valles anchos que te topetan inesperados tras una esquina gris. Yo me he suscrito recientemente a uno: Formar lectores en un mundo visual, que lleva Alfonso Noriega; pero verdaderamente es un hiperblog, un portal de noticias sobre lo que anuncia tan claramente en su cabecera. 

Pues en este blog he encontrado un impresionante texto de Ernesto Sábato (en otro buen blog): su discurso en la presentación del Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación argentino, en 2004. Y al leerlo me acordaba de una conversación digital reciente con José Ángel Cilleruelo. José Ángel -espero que no sea indiscreción- me hablaba del gran hábito lector de su hijo; y yo le contesté lo que siempre me viene a la cabeza cuando alguien me cuenta de un joven que lee: "Me gustaría darle las gracias personalmente, pues es una de esas personas que sacarán este país adelante". 

Sacar, salir... seguramente no soy el único al que le acuden estos verbos cuando piensa en la crisis. Y voy, como Diógenes, con mi cabo de vela encendido a plena luz, por este oscuro mercado buscando ese hombre o mujer con un libro bajo el brazo, que busca un sitio para leer; o un poco de silencio, pues acaba de cerrar el libro y siente esa resonancia que lo atraviesa de arriba abajo, que sabe que no puede ni debe perder... Niño, niña capaces de tomarse distancias y tiempo con el mundo, de verlo venir, de estar de vuelta cuando embista, una y otra vez... de sacar lo escondido, lo que la piel de todas las cosas no deja ver; de hacer salir lo mejor.

Me quedo, sobre todo, con una cita de Simone Weil, tan bien tejida por Sábato en su breve discurso:  

Lo he dicho en otras oportunidades y lo reafirmo: la búsqueda de una vida más humana debe comenzar por la educación. Como supo señalar Simone Weil, su tarea es “preparar para la vida real, formar al ser humano para que él mismo pueda entretejer, con este universo que es su herencia, y con sus hermanos cuya condición es idéntica a la suya, relaciones dignas de la grandeza humana”.

Educación, tejido, texto, lectura, dignidad

lunes, 9 de enero de 2012

Pasteles y libros por toda la casa

Me pregunto qué pasaría si una mamá dejara pasteles por toda la casa. Pongamos que de una percha del ropero colgara una trenza de pasta panadera con anisetes; que hubiera que apartar las tartaletas de queso con arándanos para acomodarse en el sillón; que una hilera de bombones descansara sobre el marco de cada cuadro... bancarrota a manos del dentista y del tapicero, una vida dulce pero corta... seguro que hasta Epicuro le tiraría de la oreja a esa mamá.

Los placeres espirituales ahorran los efectos colaterales que propinan los materiales. La materia se parte, el espíritu se comparte... y nunca se agota. Por eso, hay mamás que, habiendo ascendido unos peldaños más por la escala platónica de los placeres, han cambiado las fantasías del azúcar por las de la cabeza y el corazón. Y así, dejan libros por toda la casa, y de la percha del ropero cuelgan las Aventuras de Huckleberry Finn, por los sillones sopla El viento en los sauces, y sobre el marco de aquel cuadro alguien Blanca como la nieve, roja como la sangre espera al joven lector.

Lo pensaba la leer un post del interesantísimo blog leer.es. Lo recomiendo... o como diría una mamá más sabia, lo releyendo. 

jueves, 5 de enero de 2012

“Le han traído oro y especias a mi Rey”, traducción de un soneto de Christina Rossetti para celebrar la Epifanía

Ya a la víspera de la llegada de sus Majestades de Oriente, uno se pregunta qué podrá llevar al portal. Dos mil años de pregunta ininterrumpida y sanadora. Me sumo a lo que respondió Christina Rossetti (1830-1894) en un soneto. Mi traducción © no quiere otra cosa que ser fiel, por eso se somete a la libertad creadora que exige cualquier fidelidad.


Le han traído oro y especias a mi Rey


Le han traído oro y especias a mi Rey,
inciensos y tejidos preciosos y marfiles,
oh, dime Madre santa -pues quiero de sus ojos
ser digna en mi pobreza-: ¿qué le podré traer?

Cantos mucho más dulces le traen que los míos,
de coronas lucientes y honores van tocados…
y yo postrada en tierra, por mis pecados lloro,
y ellos libres cantan el celestial cariño.

Me respondió mi Madre -su voz de Él me hablaba,
muy queda, al corazón-: “‘Cantad -mandó a los cielos-,
exultad –a la tierra invitó-’:

Ofrécele también el corazón que guardas:
Lo tuyo no, a ti es a quien quiere. Mira:
el brillo que en ti luce, enseña es de su Amor.”


They have brought gold and spices to my King /Incense and precious stuffs and ivory: /O holy Mother mine, what can I bring /That so my Lord may deign to look on me?

They sing a sweeter song than I can sing, /All crowned and glorified exceedingly: /I, bound on earth, weep for my trespassing, /They sing the song of love in Heaven, set free.

Then answered me my Mother, and her voice /Spake to my heart, yea answered in my heart: /"Sing, saith He to the Heavens, to earth rejoice: 


Thou also lift thy heart to Him above: /He seeks not thine, but thee such as thou art, /For lo His banner over thee is Love."

martes, 3 de enero de 2012

Ideas para cuando no se tienen ideas para escribir

Mi amigo Alessandro D'Avenia ha escrito en su blog una deliciosa entrada con ideas para cuando no se tienen ideas para escribir: sencillo, bello, genial.


lunes, 2 de enero de 2012

Kasihaiku/para comenzar/cualquier año

Pues allá va:

Kasihaiku/para comenzar/cualquier año

Regalé
todos mis champús:
¡calvo al fin!

Sí, tiene su savia surrealista esta humorada. Empiezan los años; nosotros, sin embargo, vamos en esa paradójica mezcla de continuidad y discontinuidad, siempre empezando... y, por lo tanto, nunca.

Así que algo de broma, asombro, desprendimiento que desautomatice el rígido augurio de los días venideros, puede ser algo de lo más serio.