AVISO PARA QUIEN QUIERA COMENTAR

¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?
T. S. Eliot, Coros de La roca, I



lunes, 30 de julio de 2012

"Escribí unos recuerdos..." transversión de Horacio


Con el término de transversión quiero decir una versión de un poema ya existente. Lo peculiar es que traslado el poema a mi casa, a mi mundo, a mi lenguaje, sin peaje. Aquí viene la primera de mis transversiones. 

Horatius. Carminum, Liber tertius, 30

Exegi monumentum aere perennius,
regalique situ pyramidum altius,
quod non imber edax, non Aquilo impotens
possit diruere aut innumerabilis
annorum series et fuga temporum.

Non omnis moriar, multaque pars mei
vitabit Libitinam.


Escribí unos recuerdos. Cuando el bronce acaricio
los sé aún más constantes, aún más altos, más dignos.
De la lluvia voraz, de los vientos, a salvo.
La cadena del tiempo innumerable
se quiebra al releerlos.

Ni todo moriré, ni moriré del todo.
La muerte es una cita con una analfabeta.

jueves, 26 de julio de 2012

Al mirar las aves... (poema)

Al mirar las aves desde un banco de Villa Borghese
                                              Dum loquimur, fugerit invida / aetas
                                            Horatio, Carminum, liber primum, xi


Y así, mientras hablamos, el gorrión
ignora el tiempo nuestro: la canción,
los adverbios, la trama... y el final.
En lo último, juntos. No está mal. 

martes, 17 de julio de 2012

Noticias de cuentistas

Aquí van noticias y comentarios de antiguos alumnos de los talleres de escritura.

"Adiós, Che", el relato de Franz Heine, que ha ganado el 2º premio del Huétor Vega Gráfico, en Granada: un lenguaje muy cuidado para una realidad psicológica agitada, donde convergen realidad y alucinación; relato en el que la difunta letra che se convierte en símbolo de pérdida y en esa pérdida, de generación de caos.

"La felicidad de un momento cualquiera en un día cualquiera", 1r premio del V certamen de relatos AVAFI, de Susi Bonilla: relato breve que muestra la presencia de la enfermedad y la posibilidad de su superación psicológica; que pone el énfasis en la importancia de la atención, el análisis, la determinación personal; el recurso literario de la personificación de la enfermedad permite entender la relación consciente que se puede establecer con ella. 

Y aunque no he podido leerlos, un relato de María Tordera y otro de Victoria Cuñat también han sido seleccionados para el libro colectivo Cortos sin filtro. Y ojo, que hay un texto de Victoria rondando por ahí...

jueves, 12 de julio de 2012

Una entrevista sobre estética y vida cotidiana, a partir de Tan bella, tan cerca

La escritora Elga Reátegui tuvo la gentileza de entrevistarme en su blog sobre algunos asuntos que aparecen en mi ensayo Tan bella, tan cerca. Escritos sobre estética y vida cotidiana (La isla de Siltolá, 2011). Le agradezco mucho a Elga esta deferencia, el interés y la sensibilidad de sus preguntas. Adjunto aquí el enlace, por si se quiere leer la entrevista.

lunes, 9 de julio de 2012

Suavidad. Poema para su otra sobrina, Ana


               Suavidad

                                      Para Ana Zanoni Mora

Suaves, Ana, son los suaves sones
que en cada blanca, negra, tecla pones.
Qué lejos queda ya el pentagrama:
Tú ves, yo veo, el pájaro en su rama.  

Sonata de Clementi. La ventana
se ha abierto, el viento en la mañana
solo sabe el silencio que sugiere
—que música será, o que te quiere—.

Doble barra final. Llega la tarde.
Ni edad feliz, ni nada que resguarde,
tan solo todo aquello que aprendiste.
Ponías suaves sones: recibiste.

jueves, 5 de julio de 2012

La gravedad y la manzana, de Beatriz Villacañas: cuatro notas de lectura



I.

Y yo que cuando vuelvo a La gravedad y la manzana me acuerdo del ensayo de T. S. Eliot, “Los poetas metafísicos”. Y ser profesora de filología inglesa —como lo es la autora— no genera automáticamente esas presencias en la creación poética. Y de las varias razones que vienen al caso de esa asociación, es esta frase de Eliot la principal: “incorporaban su erudición a su sensibilidad: su modo de sentir se veía directa y originalmente alterado por sus lecturas y sus razonamientos. En Chapman especialmente hay una aprehensión sensorial directa del pensamiento, o una recreación del pensamiento en el sentimiento, que es exactamente lo que encontramos en Donne”. Y esa búsqueda de la conjunción de lo diferente, opuesto, complementario —ahí está el misterio— es lo que, me parece, también busca Beatriz Villacañas.


II.

Es un título sorpresivamente newtoniano, y al mismo tiempo bíblico. Lectura física y ético-metafísica. Biología y biografía. Pero siempre la epifanía revela los misteriosos canales que comunican lo aparentemente incomunicable. El misterio. La autora da fe, —que no protocolos de laboratorio—, de que la epifanía revela el misterio, pero sin disolverlo: es un logos más allá del nuestro. Y seguramente lo mejor que nos reporta es quedar ya vinculados a él. Se nos reveló mientras lo tentábamos creativamente con palabras, pero esa Palabra no era nuestra; y por eso es epifánica y vincula.

Esas dificultades especiales que —en primer lugar como modernos, y en segundo, como hombres y mujeres— tenemos para juntar razón y sentimiento, y que a Jane Austen le dieron para una deliciosa novela, mucho más profunda de lo que parece; porque en algún momento se dijo que era buena esa separación, sin acabar de calibrar bien la bondad —seguramente era imposible calibrarlo, de tan entreverados que vamos con nuestro propio momento, de tan difícil que es ganar una imaginativa distancia—. Distinguir sí, pero sin separar, avisaba Tomás de Aquino. Pero esto es irse un poco lejos.


III.

Como filólogo, me quedo especialmente con este poema, hamletiano en su exhortación —en este caso no a los actores, sino a los resecados herederos del logocentrismo académico de este siglo XX que todavía no ha terminado—:

GÉNERO LITERARIO
No importa
cómo llaméis al cuento,
comedlo como un fruto,
y la manzana siempre nueva del ser y su secreto
será alimento vivo de todas las historias
y de todos los hombres
y de un solo camino.


IV.

Fondo y forma. Hondos y nítidos en estos poemas; densos y andantes, palpables en su cuajo de cosa bien hecha, que se adivina que vienen haciéndose como desde hace mucho tiempo, tiempo de atención a las palabras y al misterio de las cosas. Fondo y forma, como si volviésemos a creer en la sencillez de las gramáticas, en sus apartados de estilo, aquellas antesalas al misterio de la literatura activa, que atravesábamos para entrar —al final, siempre solos— por la lectura y la vacilante escritura, donde todo se volvía complejo, misteriosa y maravillosamente complejo; y solo un cretino se volvía para reírse de aquella filología con delantal, y se volvía estatua de sal. 

martes, 3 de julio de 2012

T. S. Eliot en italiano


El pasaje que abre el último cuarteto es una epifanía. Unos setos, una luz, un invierno. ¿Pero qué ocurre al traducirlo al italiano? ¿Está Eliot, la voz de este poema? Ah… misterio. Pero lo que sabemos es misterio de belleza. Dice en inglés:

Midwinter spring is its own season
Sempiternal though sodden towards sundown,
Suspended in time, between pole and tropic.
When the short day is brightest, with frost and fire,
The brief sun flames the ice, on pond and ditches,
In windless cold that is the heart’s heat,
Reflecting in a watery mirror
A glare that is blindness in the early afternoon.

Y se escucha el vaivén de la sílaba oscura y la sílaba clara. Ecos de tribus germánicas. Tambores. Fuerza. Ese ritmo de siempre, que el poeta se empeña en descentrar, un poco: en la repetición, variación. Pero en italiano:

La primavera de mezzo inverno è una stagione a parte,
Sempiterna, benché intrisa d’acqua al calar del sole,
Sospesa nel tempo, tra il polo e il tropico.
Quando il corto giorno più splende, di gelo e di fuoco,
Il breve sole inflamma il ghiaccio degli stagni e dei fossi,
Nel freddo senza vento che riscalda il cuore,
Riflettendo in uno specchio acquoso
Una luce que acceca nel primo pomeriggio.

Cada sílaba tiene su luz. Se dilata la lectura: más espacio, más voz, para decir cada cosa. El abanico de sonidos se despliega (aún más que en castellano). Siempre hay más luz en italiano. A veces hay que poner la palma de la mano sobre los ojos, como una visera, por el brillo.

¿Dónde estás, T. S. Eliot?
Sono qui.

(Fragmento de la traducción de Filippo Donini: Quattro quartetti. T. S. Eliot. Garzanti. Italy. 1992)