“Todas las familias felices se asemejan; cada familia infeliz es infeliz a su modo” No. Y eso que me ha gustado mucho la novela, pero esta frase con la que se abre el relato de casi mil páginas, y que quiere ser como un dedo que señala una dirección, no la comparto.
Está claro que habría que matizar y ver qué quiere decir exactamente Tolstoi. Pero hay un sentido muy probable con el que no me identifico: que la infelicidad, el mal, tiene el privilegio de tener estilo, de aparecer bajo los mil y un ropajes de la imaginación; mientras que la felicidad, el bien, está condenado a la monotonía, a la falta de estilo, a la previsibilidad y por lo tanto a la ausencia de atractivo.
Esta es una idea muy extendida. Pero los que están comprometidos con el bien saben que el bien es siempre nuevo, es el único acontecimiento en este mundo saturado de la repetición del mal. El problema del bien es un problema de imagen: los que lo hacen podrían contar tantas cosas, y no lo hacen (generalizo y es muy peligroso), y por lo tanto el bien que hacen quizás no es tan bueno. El bien es el bien + su difusión, y la encarnación la aparición de un bien es algo siempre único, nuevo, radiante, aunque radie en una frecuencia que a tantos oídos pase desapercibida. Aquí viene la importancia de culminar el bien, redondeándolo en narración, en imagen.