AVISO PARA QUIEN QUIERA COMENTAR

¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?
T. S. Eliot, Coros de La roca, I



martes, 17 de enero de 2012

El arca de la isla, de Miguel Aranguren: cuatro notas


I. 
Yo solía decir una frase-pose (las frases-pose son malas para la salud, yo la traigo aquí en señal de penitencia): "Solo me gustan los animales que podrían aparecer decentemente en un plato y con guarnición de patatas". Tiene un fundamento al que no renuncio: siempre me ha gustado más la flora que la fauna (y no solo la flora a la parrilla o salpimentada y oleada); y me sigue gustando más. Pero ya no diré más la frase-pose a lo Oscar Wilde. En parte porque me he acabado de leer El arca de la isla, de Miguel Aranguren.

II. 
También reconozco que la novela de aventuras -y de género en general- no es mi tipo. Y ya que estamos con confesiones, pues también que me costó iniciarme en la lectura de esta novela. Pero poco a poco se fue enderezando la cosa -la cosa es mi disposición-, y la lectura funcionó ("¿Hay que dejar el libro cuando ves que no te coge?", pues la lectura siempre es un riesgo, algo que pide inteligencia, criterio... pero no sigamos por aquí). En El arca de la isla hay una serie de mundos, todos bastante exóticos para mí: Siberia, Brasil, Argelia, Níger... Océano Atlántico,  la jet set madrileña del franquismo, los inventores de prototipos automovilísticos, ingeniería genética, KGB, el Pentágono, safaris, notarías...  

III. 
Es una narración ambiciosa, con constante intercale de tiempos y lugares distintos, que van dosificando la información justa. Y la veo como participando de diversos géneros: aventuras, drama moral, psicología de relaciones humanas, utopía y apocalipsis -pero no tanto-, algo de novela negra, humor, viajes, fantasía... por eso no es estrictamente "para jóvenes" aunque un joven con madurez le sacará provecho; ni tampoco "para pasar el rato", aunque lo pases; ni "thriller científico", aunque haya mucho de eso; ni novela de dilema moral, aunque desde luego lo es, y pone los pelos de punta porque no está hablando de cosas que no estén ocurriendo en el campo de hibridaciones humano-animales... Solo de pensar la cantidad de documentación y observación que le habrá llevado al autor, me he de sentar.

IV. 
Y además, cuenta con abundantes dibujos de animales, realizados por el propio autor, realmente bellos. Creo que esto último, sobre todo, me ha hecho repensar mi antiguo prejuicio animal-gastronómico. Por todo, gracias, Miguel.