Cuanto más escribes, más lo notas: surge un órgano nuevo, es un fiel. La ruleta de las palabras corre, oscila, como en una báscula. No es esta, no es aquella... la ruleta se va refrenando, solo quedan dos; el fiel está en medio, firme, esperando el decantado.
A veces las dos palabras se quedan equidistantes, y tú vuelves a saber que, si el lenguaje te permite ver la realidad, también ella va siempre por delante. Y a veces no viene la palabra, la expresión... no existe. Todavía.
Realidad, lenguaje... has de permanecer fiel.