AVISO PARA QUIEN QUIERA COMENTAR

¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?
T. S. Eliot, Coros de La roca, I



jueves, 25 de marzo de 2010

La nieta del señor Linh, de Philippe Claudel, cuatro notas


I.
Al terminar de leer el libro me acordé de un texto de Azorín, “La fragancia del vaso”: unas impresiones líricas sobre el paso del tiempo, sobre lo que queda de las cosas: del vino apurado, solo la fragancia del vaso.

Me acordé porque al terminar la lectura, sabía que no había terminado. Quedaba una profunda fragancia. Seguramente un buen libro la exhala, persistente, hasta envolver el corazón del lector.

II.
No voy a contar el argumento, solo indicar que un anciano de un país oriental llega como refugiado con su pequeña nieta a algún lugar de occidente, allí hace un amigo… El libro es breve, apenas ocurren cosas. Las frases cortas, concisas, avanzan como los pasos decididos del anciano señor Linh. Philip Claudel sabe destilar el justo lirismo para expresar las interioridades dolientes, los momentos de paz, la maravilla de la comunicación. En cierto sentido, una narración minimalista, pero con un fuerte desenlace.

III.
Me ha impresionado esta novela sobre la fortaleza del corazón, cuando todo lo demás se ha desmoronado: el mundo, los seres queridos, las propias facultades… y sólo queda el impulso de vivir y dar la vida por quien se quiere.

IV. 
La guerra como mal absoluto, trascendida por personas sin relieve, casi anónimas, sacudidas hasta el desequilibrio por la pérdida, el horror y la soledad, pero capaces de acciones de redención y de entrega. La amistad, la comunicación de los corazones, cuando ni siquiera se comparte el mismo idioma. Una narración casi minimalista, pero cargada de una verdad cordial que se expande al terminar la lectura, como una intensa fragancia.