El libro parte de una intuición de fondo: a un buen lector, la lectura le ha acompañado desde la infancia hasta la madurez; en pocas cosas ha invertido tanto tiempo como en este hilo dorado que atraviesa las etapas de la vida, y que tanto parece tener que ver con esa identidad que se ha ido configurando con el paso de los años. Y esa experiencia merece una reflexión.
He querido poner sobre las páginas una fenomenología muy personal de la lectura, a partir de experiencias que han ido decantando en mí un depósito de cordialidad literaria. Es un ensayo literario en el fondo y en la forma, donde se convocan autores clásicos, modernos y contemporáneos, como en una tertulia de familia.
Dividido en más de cincuenta pequeños capítulos, la trama del libro va dando entrada a una diversidad de experiencias agrupadas en cuatro secciones. En “Historia antigua” se hace un ejercicio de memoria sobre el propio aprendizaje de leer y las primeras lecturas, hasta la adolescencia. El papel del maestro, los efectos identitarios de la lectura en voz alta, la figura de la mujer como transmisora de la sabiduría, la configuración comunitaria y el descubrimiento de la intimidad son algunos de los temas que surgen en este reencuentro revelatorio.
La sección “De libros y maletas” aborda las similitudes entre estos dos objetos, unidos por la analogía del viaje cargado de expectativa. Desde el viaje de Eneas hasta las sabias reflexiones de Kapuscinski, pasando por Erasmo, Tomás Moro, Tolstoi o Thomas Mann, he indagado ilusionadamente en la forja de identidad que supone el viaje lector.
En “Ritos” constato el perfil del hábito de leer, sus modos y sus alcances, y traigo a la tertulia viejos amigos como María Zambrano, T. S. Eliot, Conrad o Azorín, entre otros, para entablar una conversación sobre la relectura, la atención, la enseñanza de la lengua o el asombro.
Cierro el libro con una muy personal sección de crítica de lecturas, donde no sólo leo libros, sino también cuadros como Lavabo y espejo de Antonio López, objetos históricos como cucharillas de la época de la romanización de las islas británicas, incluso etiquetas y mensajes que inundan la comunicación urbana diaria. Antígona de Sófocles, Cartas a Lucilio de Séneca, Las confesiones de San Agustín, Como gustéis de Shakespeare, El Principito de Saint-Exupéry, Cartas de lejos de Josep Pla o Cuatro cuartetos de Eliot, son los textos literarios reseñados, en diálogo con los cuales reconozco una plural patria anímica.
Finalmente, agradezco a todos los que hicieron posible la fructífera experiencia literaria y humana que fue aquel primer blog, Leer y mirar, padre del presente. Con aquellos comentarios, aquellas entradas en tantos blogs tan personales y tan bien escritos, se fecundó mucho de lo que se puede encontrar en Leer o no leer.