Hago pie en el comentario de Marinero para contar otra faceta de la lectura: leemos desde un sitio, pero también hacia otro sitio. E intuyo que el uno y el otro coinciden.
Es un descubrimiento de un filósofo personalista, K. Wojtyla, el que cuando elijo algo fuera de mí, simultáneamente me elijo. Tres precisiones: 1. este modo oblicuo de salvarse uno mismo a través del otro es, me parece, el único que responde a la dignidad de la persona. 2. se llama amor. 3. funciona.
Así, ir a buscar es ir a buscarse. Ir a buscar honestamente, abiertamente, con verdadera necesidad de lo que no se tiene. Sin autoengaño. Si mi lectura es, en este sentido, profundamente humana, al ir a buscar aquello de lo que carezco, me encuentro.
En Manalive, Chesterton dice: Hay dos formas de llegar a un lugar. La primera de ellas consiste en no salir nunca del mismo. La segunda, en dar la vuelta al mundo hasta volver al punto de partida.
Todas las lecturas son una vuelta a algún mundo, para retornar a casa. Un retornar-con. No se pierde lo otro, no me pierdo yo. Mil lecturas, una vida.