A veces, al conversar sobre la educación en la lectura, he escuchado el siguiente argumento: “Que lean lo que sea, lo importante es que lean”. Reconozco la buena voluntad de la propuesta, pero podemos hilar más fino, y eso nos inviste de una especial responsabilidad. Leer lo que sea es como comer lo que sea, vestir lo que sea, ser lo que sea. Es un modo de devaluar la lectura, como se devalúa el comer o el vestir, y finalmente uno mismo.
Este argumento que acabo de llevar al extremo en la teoría, ya ha sido desgraciadamente puesto en práctica hasta el absurdo: puede contarse casi un lustro desde que a las empresas del calzoncillo les dio por fomentar la lectura de “lo que sea”, y lo que sea era y sigue siendo el ribete superior del gayumbo. Calzoncillo visto (ablativo absoluto), se puede leer una marca comercial, pero también da para el estribillo de una canción, o una ristra de runas élficas, o el lacónico sino de Vercingetorix al final del libro VII de la Guerra de las Galias. Menos es más. Menos humanidad es más lo que sea.