Dice D. Federico en Así habló Zaratustra:
El tú es más antiguo que el yo; el tú ha sido santificado, pero el yo, todavía no: por eso corre el hombre hacia el prójimo.
Verdaderamente, es el tú lo primero que se conoce, antes que el yo. El autoconocimiento es un juego de reflejos, sólo se da al volver a casa. Nuestros ojos tienen vocación de tú.
En el juego de reflejos, la ruta de la lectura es la senda primigenia. Los ojos leían mucho antes de que se pudiera ser escriba en Súmer.
Leemos al otro, y sólo con esa lectura podemos volver al yo.
Querido D. Federico, no se enclaustre en el yo, la lectura nos santifica.