Creo que hay excelente literatura que lleva de la mano al chico o a la chica, sin paternalismos ni ñoñerías, que ayuda al paso de la toga praetexta a la toga virilis, ese paso a la edad adulta bien conocido en cualquier cultura –perdón por el carácter inevitablemente masculino de la metáfora romana, pero es que venía al pelo; no excluyo a las chicas, ni mucho menos-. No creo que haya que esforzarse mucho para convencer a nadie de que un chico o chica en nuestro bachillerato –salvo pocas excepciones- no ha alcanzado precisamente una esperable madurez adecuada a su edad. Y algo de ese déficit de madurez viene de que “lo que sea” suele ser el menú que se les sirve desde todos los flancos a los que se arriman en esta sociedad.
¿Por qué no inducimos a los jóvenes a pedir lo mejor en la lectura, a través de una gradual pedagogía? ¿se lo hemos hecho vislumbrar? ¿es que lo mejor no tiene capacidad de seducción? ¿o no la tenemos los maestros? Sé que no es un asunto sencillo, pero por lo que nos toca –al tiempo que seguirán lloviendo reformas educativas y nuev@s ministr@s de educaci@n, a cada cual más progresist@-, o asumimos nuestras responsabilidades, o seguirá siendo lo que sea.
Un excelente lugar para la orientación lectora a jóvenes es Bienvenidos a la fiesta, de Luis-Daniel González.