Ella entendía que el vicio o la virtud de leer dependían del primer libro. Aquel que llegaba a interesarse por un libro se convertía inevitablemente en esclavo de la lectura. Un libro te remitía a otro libro, un autor a otro autor, porque, en contra de lo que solía decirse, los libros nunca te resolvían problemas sino que te los creaban, de modo que la curiosidad del lector siempre quedaba insatisfecha. Y, al apelar a otros títulos, iniciabas una cadena que ya no podía concluir sino con la muerte.
Procede de Señora de rojo sobre fondo gris (p. 22), de Delibes, es una interesante declaración de experiencia lectora. Muy verdadera, a mi parecer: sobre todo esa idea de la insatisfacción. ¿Por qué? La lectura puede ser -para un lector sensible- una experiencia tan capaz de agitar el mundo interior, que inevitablemente habrá de conectar con las aspiraciones más profundas de la persona. Y la consideración de la lectura que hace el narrador de la novela en términos de resolver problemas, insatisfacción y cadena hasta la muerte, creo que hace justicia a esta experiencia tan humana de leer. Conduce al misterio personal.
Si no dejamos de leer, aún sabiendo que esa cadena concluirá con la muerte ¿será entonces que, secretamente, aspiramos a una nueva vida?