Comunicar: hemos dado con algo esencial en la semiótica: todo que en esta cacerola se cuece es para comunicar. Quizás te hayas encontrado por ahí algunas versiones de la semiótica que, en esto de considerar la comunicación, utilizan una antropología bastante deficiente, a veces una antiantropología, donde el hombre y la mujer se pierden bajo estructuras y tormentas de arena textual. No es de extrañar, entonces, que estas semióticas hayan terminado ahuyentando posibles lectores: si rocías tu teoría con antropocidas, no te extrañes de que la gente salga corriendo o se suicide.
Pero antes de que alguien estampe en la contraportada de los libros de semiótica “Semiotizar perjudica seriamente la salud”, hay que reconocer que hay semióticas “human environment friendly”, que nos ayudan a conocer con gozo auténticamente humano cómo un texto es capaz de significar, de producir sentido y de implicarnos como lectores en él.
To be continued.