Lo que me parece claro es que sin márgenes no se puede escribir la propia vida.
Me he acordado de la imagen del burro con las orejeras: esos tabiquillos que no dejan márgenes a la visión. Bueno, es una tecnología que ha funcionado y funciona para fines muy concretos; pero es verdaderamente inhumano si se aplica como norma a la vida de las personas.
El margen es distancia, y por lo tanto, espacio, aire, libertad. Si no eres capaz de hacer valer ese espacio, y ayudar a hacerlo valer a quienes amas, estás repartiendo orejeras. Y es en los márgenes donde nos encontramos.
Si no hay escritura verdaderamente personal, es porque apenas nos damos margen. Al final, uno es el peor torturador de sí mismo: el que se fuerza a vivir en un metro cuadrado, o a hacinarse con más gente que tampoco conoce el valor del margen.
Ay, esas cuartillas en blanco que desasosegaban a los románticos... pero donde está el peligro está la salvación, escribió Hölderlin. Seguro que en el margen.
Si no hay escritura verdaderamente personal, es porque apenas nos damos margen. Al final, uno es el peor torturador de sí mismo: el que se fuerza a vivir en un metro cuadrado, o a hacinarse con más gente que tampoco conoce el valor del margen.
Ay, esas cuartillas en blanco que desasosegaban a los románticos... pero donde está el peligro está la salvación, escribió Hölderlin. Seguro que en el margen.