AVISO PARA QUIEN QUIERA COMENTAR

¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?
T. S. Eliot, Coros de La roca, I



domingo, 24 de enero de 2016

Relectura de Crimen y castigo, de F. Dostoievski: cuatro notas


Here's Looking at You, tinta sobre papel. JM Mora Fandos


I.
Si al caminar atravesase un campo, y al dejarlo a mi espalda ese campo quedase ya mío, sin más derecho que el de haberlo andado, esto me recordaría a la lectura, donde al alcanzar el último linde del libro, sé de mi nueva fortuna y que debo ser agradecido. Y si alguna vez volviese a atravesar ese campo, me sabría en casa, como al releer un libro.

II.
Leo por tercera vez Crimen y castigo, de Dostoievski. Ahora Raskolnikov y Sonia se perfilan con más matices, los cuartuchos de las pensiones se estrechan como estampas expresionistas… pero es todo, simultáneo y completo, lo que vuelve, como un mundo inquietantemente acogedor. Leo del mismo modo que Constanza, en “La fragancia del vaso” de Azorín, recuerda sus vivencias; como quien retiene la fragancia del vaso de vino que se fue. ¿Dónde van las lecturas? Se engolfan, como esencias, en alguna bóveda del alma.

III.
Cada relectura es una familiaridad y una novedad. Esta vez ha ganado relieve el personaje de Svidrigailov, su sobrecogedora personalidad, como la de tantos personajes de Dostoievski; pero me ha resultado un personaje especialmente complejo; más precisamente: mostrado de manera compleja, reservándose el narrador qué contar y qué ocultar, hasta el final. ¿Engaña Svidrigailov a Raskolnikov o se engaña? Real hasta doler.

IV.

Restaurar un alma lleva tiempo, siete años en Siberia para Raskolnikov. Lleva tiempo y un ángel, Sonia. Con qué facilidad nos disolvemos; con qué lentitud se renace, caminando por un apartado sendero, bajo los rigores de una intemperie. Personal, comunitaria, social. Ahora, al momento del hacha, se hace apropiado leer, releer, Crimen y castigo.