AVISO PARA QUIEN QUIERA COMENTAR

¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?
T. S. Eliot, Coros de La roca, I



lunes, 9 de diciembre de 2019

Herbario de sombras, de José María Jurado García-Posada: cuatro notas.

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Herbario de sombras. José María Jurado García-Posada. Los Papeles del Sitio. Sevilla. 2019

I.
Dicen los buenos antropólogos que el animal se debe a su entorno, pero el hombre tiene mundo. Y los buenos filósofos, que ese mundo es un todo internamente conectado. Así, hacemos casa, hogar. Herbario de sombras de José María Jurado, en este otoño que ya se invierna en Madrid, tarde a tarde, se me vuelve casa, familiar, ya caldeada por Tablero de sueños (La Isla de Siltolá) y Gusanos de seda (JMJ), donde tan bien se estaba. Y ahora, en esta precioso trabajo de Los Papeles del Sitio, una edición que derrocha buen gusto y sentido estético. 

II.
Un día leemos a Keats, otro escuchamos a Monteverdi, entramos recogidos en la nave de la Iglesia de las Carboneras o ascendemos en un aire de sereno barroco en la basílica de San Miguel… secretamente se van configurando las hebras, se van urdiendo las tramas. Y otro día, como los dones, se nos entrega el dechado, el mundo, y sabemos que poco hicimos, y sin embargo, nada se dio sin nosotros. Misterio. Herbario de sombras aviva la memoria de mi propio herbario, y en aquel reconozco esa invitación a la respuesta agradecida y esforzada a tanto don que nos alcanza, si queremos. En la “Acotación” que encabeza el poemario va el aviso de esa querencia de la poesía de preservar el instante, de ahí este mundo que entrega el autor, de álbum de muestras, de invernadero, de ordenaciones, de conservatorios —si podemos estirar así la palabra—. Lo que fuera tiempo y belleza. Pero el lento laborar del poeta renueva la memoria en nuevos tiempos y bellezas. ¿Vivir es volver?  Y sin embargo, creo que hay una novedad, que nunca volvemos al mismo lugar.

III.
Este friso inextricable de poemas, novelas, músicas, pinturas, iglesias, imaginería es una admirable apropiación de arte, de cultura… Muchos de estos hitos me resultan nuevos, y pienso que el autor no espera que el lector los conozca todos, pero la entrega de estas experiencias suscita la impresión del misterio de lo humano, e invita a acercarse a ellos, y si no a ellos, a los propios. Una pedagogía de la vivencia de la cultura, un diapasón del tono anímico con que acercarse a lo más alto. Y al mismo tiempo la convicción de que ver es reconocer, y que cuánta mirada maestra, de otros, hay en la nuestra, si somos justos y agradecidos con lo que se nos entregó, con las tradiciones. “Ma petite ballerine” recoge esta experiencia. Uno de los poemas más emocionantes, donde repunta la emoción que de normal ha sido contenida y meditativa a lo largo de las páginas. 

IV.
Que José María Jurado es un delicado ebanista del listón y de la caja preciosa, del verso y del poema, no ha sido una novedad. Cuántos versos vienen compactos y bruñidos, con su ritmo ajustado al todo, de métrica clásica y controlada, que le hace de metrónomo a estos andantes contemplativos. “(La noche es más noche sin la noche / y más clara la luz cuando no hay luz”). O esa imaginería de las flores y los frutales, en la sección “Invernadero”, donde me he demorado con especial gusto en “Naturaleza muerta con limones, naranjas y una rosa”, sobre un cuadro de Zurbarán: poema en que con la justeza de la clásica ironía de la tópica se aborda un tema serio y trascendente. Estaba Zurbarán allí, como está aquí en la lectura, y en nosotros, contemporáneo. Se apunta en varios lugares, en contrapunto de este recordar reelaborado y precioso que va miniando este herbario, vías de fuga hacia la trascendencia. Mucho dice de este poeta, que capta valiente esa sismografía más allá de las palabras y el arte, aunque con palabras y arte lo diga. ¿Se puede dar más? 


martes, 29 de octubre de 2019

III European Liberal Arts and Core Text Education Conference. Cuatro notas

Caring for Souls: Can Core Texts Educate Character?

I.
Hace unas semanas participé en el III European Liberal Arts and Core Texts Education Conference, organizado por el Instituto Core Curriculum de la Universidad de Navarra, dirigido por José María Torralba. Es bello conversar sobre libros que amas, que van contigo. Y afuera, en el campus, flotaban los tonos amarillos del gingko y de los álamos, los colorados de las hayas... hojas entre hojas...

II.
Cuidar de las almas. La literatura que habito en la lectura es la que despliega ante mí un mundo, con benevolencia, sin paternalismo. Es la hospitalidad del texto. En las clases en la Facultad, en la Complutense, cuando semana a semana conversamos sobre lo que hemos descubierto en un gran libro, estamos cuidando unos de otros. Más allá del significado del texto, llegamos a la significancia, lo que Ricoeur designa como lo que el lector actualiza en el texto para sí, para su vida. Es lo que nos ofrecemos, lo que escuchamos con respeto y acogida. Somos una comunidad lectora, heterogénea, pero atenta al otro.

III. 
Para Ricoeur leer es como interpretar una partitura: el objeto artístico literario disponible para todos, solo se convierte en objeto estético, en vida íntima, en la lectura. Hemos hecho cantar al texto con el tono único de nuestra voz y nuestra vida. ¿Cómo leer en voz alta "Mañana y mañana y mañana", el verso de Macbeth en ese momento denso, poético y trágico de la obra? Nos afina, nos convoca a poner todo de nuestra parte. La literatura pide sinceridad, cuando ella la da.

IV. 
Durante los días del congreso hablábamos de Dostoievski, Salinger, Dante, Sófocles, Homero, Ovidio, Cervantes, Bernad Shaw, Chesterton... y también con ellos. Ahora, en este cálido otoño de Madrid, voy leyendo Bacantes de Eurípides y siento la presencia de esta compañía de grandes autores y sus susurros en la lectura. Una conversación interminable.


jueves, 11 de abril de 2019

El arte de la ficción, Henry James. Traducción y edición desde la escritura creativa de J. M. Mora-Fandos




I.

Se trata de un texto muy conocido en el ámbito anglosajón, que ha sido traducido al castellano al menos tres veces. Esta es la cuarta. Y he querido proponer su lectura desde la escritura creativa, por eso, además del aparato de edición que contextualiza el texto, he añadido un ensayo mío que responde a la pregunta ¿Puede El arte de la ficción decir algo interesante hoy a docentes, alumnos y practicantes de la escritura creativa?

II.

Como pórtico a esta edición cito una frase de Aristóteles (Ética a Nicómaco, libro II, 1103 a, 32-33), que se ha convertido en un verdadero mantra para mí, como escritor y como profesor de escritura creativa: 

… para saber lo que debemos hacer, hemos de hacer lo que queremos saber…

Creo que James estaría de acuerdo con esta convicción del filósofo, pues en las páginas de El arte de la ficción aparece una y otra vez una apasionada reivindicación -aunque dentro del decoro anglosajón, of course- de lo que se aprende por experiencia, de la sabiduría práctica, de la confianza, la frónesis, el riesgo, el oficio. Ideas y palabras fertilizantes en estos tiempos de autoedición constante de la identidad, de simulacro, de inmediatez, de recetarios...

III.

Me resulta curioso que tras haberse reeditado tantas veces el anuncio de la muerte de la novela, los hechos sigan desmintiendo las partidas de defunción. Incluso se reeditan y se exhuman novelas, novellas, relatos, cuentos de autores del XIX, como si acabáramos de descubrir estos géneros y nuestra concupiscencia campara desaforada por una provincia inabarcable. De ahí que podamos conectar tan plenamente con el aire optimista e ilusionado de James en El arte de la ficción, que en 1884 no ve más que posibilidades para autores y lectores, aventuras creativas y de conocimiento. 

IV.

Espero que su lectura sea una experiencia "inspiring", como dicen los norteamericanos.