AVISO PARA QUIEN QUIERA COMENTAR

¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?
T. S. Eliot, Coros de La roca, I



domingo, 30 de marzo de 2014

Paso de minué (para escritores)

Toda la mañana, la luz ha pasado lenta. Como por un tamiz. Los domingos tienen un segundo cuarto amable, al menos así lo esperas. Este, lo cruza una llovizna sutil, y sin embargo suena seco. No se escuchan los retazos de conversación, ni las instrucciones del monitor de aerobic en el río. Lo he dejado todo sobre el escritorio, y he tomado la gabardina.

En el cauce seco del río apenas resuenan los gritos de los futbolistas; hasta los pocos perros se guardan sus ladridos, todo llega ensordinado. Escucho un minué de Bach. Los pinos guardan su orden habitual, también la perspectiva del paseo o las sucesivas calles de tierra. En el estanque, unos pocos patos de cuello verde eléctrico se reparten sobre los muretes de la orilla, otros avanzan lánguidos por el espejo del agua turbia. Un dos tres, un dos tres, ajusto el paso al compás, se desvanecen algunos pensamientos, es agradable pasear por aquí. Pienso que solo faltaba yo, que tendría que escribirlo. 

domingo, 16 de marzo de 2014

Ruinas de Roma (poema)

Ruinas de Roma

Es tarde ya
junto a los templos de Torre Argentina,
y yo también he de irme con ellos.
Hubo dioses aquí, pero la primavera
ha sido aún más fuerte, y en la resina arcana
de los pinos contemplo el mito leve 
de mis días.
Aquí hubo un teatro,
y un rumor sacro de túnicas, aras,
y nadie escucha ya las voces ni los ecos.
Otra palabra, la del tiempo,
como los bárbaros constante,
se expande bajo el cielo como savia. Yo tiemblo
bajo el abril triunfante que volverá sin mí.

Asciende hasta mis labios la plegaria.

jueves, 13 de marzo de 2014

El umbral de piedra, de Tomás Rodríguez Reyes: cuatro notas de lectura



I.

¿Qué tienen estos días de travesía, de nubes, de un rato de luz, de una caricia de frío, de lluvia? Pasan enigmáticos en su batiburrillo. Las cosas van así. Sobre la mesa, este poemario también enigmático, de un poeta, y un lector, y un pensador, y un maestro... afuera los plátanos desnudos, retales de conversación que suben... y la idea de que todo, de un modo misterioso, va con todo, aunque yo sabiéndolo, no sé cómo...


II.

Y la música, me olvidé de que el poeta y pensador, también es músico. Música como tema, pero sobre todo como forma, en sus ritmos, en su desenvolverse del motivo, en su volver y avanzar, en sus ecos. Pulso seguro, diapasón, compases medidos y obedientes a un hacer difícil porque su materia se escurre, como la piel del misterio.


III.

Me figuro al poeta, concienzudo sobre las palabras, como el ebanista con el cepillo; y al pensador limando una poética, porque aquí poeta y pensador vienen a partes iguales. La belleza y la luz, pero ¿no es la belleza luz, aunque venga de lo hondo? ¿y lo mismo la luz, no es siempre bella, aunque sea dura? Descubrir, construir, comprender... Poética en el prólogo, en el epílogo y en los propios poemas. Qué voluntad de visión, con todo el ser, cabeza y corazón. Qué románticos son los poemas de El umbral de piedra, románticos de tradición de lo interior, de ir a lo hondo a ganar la luz, del riesgo, del origen; y qué clásicos de oficio, de canon métrico, de claridad de imagen, de dicción elevada. Un romanticismo templado en su aparecer, mientras mantiene la sed de lo infinito.


IV.

¡Italia!, una presencia sostenida en el libro, encendedora de recuerdos. El lector trae siempre sus maletas al lugar de acogida. El lector es un presunto paseante: en verdad, no lejos ha dejado sus bagajes, y se los trae al calor que le recuerda, ya a salvo, el original desamparo de sus días. Italia de lugares, de músicas, pinturas, letras, de hombres. Cómo un lugar se hace Lugar una vez más por obra de la palabra.



lunes, 10 de marzo de 2014

Metáforas, textos y perros

Una de esas tardes, pesada, cabeza-coctelera ya antes de entrar en el aula, tres horas comentando textos -preciosos-, los alumnos han aguantado como campeones, volvemos a casa Houston, son las 20:10 en el metro -verdaderamente, lo son en todas partes-, hay un joven rapero en el vagón, admirables su audacia y resolución, ¿es literatura en acción?, no me quedan rimas ni neuronas para esta cuestión, el rapero nos abandona como Dante un círculo del infierno, ahora necesito un analgésico en los oídos, descubro que no siempre un preludio de Bach es lo más adecuado, y decido dejarme llevar por el instinto hurgando en el smartphone, ha de ser algo sorprendente y al mismo tiempo monótono e hipnotizante, una emisora de radio, BBC, pero los diversos canales van poniendo músicas, y si Bach no ha pasado el test, mucho menos el tema country "Walking Memphis" con que me he topado, pero al final sí... sí, sorprendente, Radio BBC Kent, un animado coloquio sobre los perros en el hogar, un perro necesita mimo, buenos alimentos, y ama (they love...) que lo saquen a pasear... increíble, sigo el programa fascinado, Vodafone Sol, Tirso de Molina, Antón Martín... yo que no tengo perro, ni ganas de tenerlo, que me perdonen los esquilófilos... pienso: qué tiene que ver una tarde en la trinchera docente, con los entrañables perros del hogar en Kent: pura yuxtaposición de sucesos, ni siquiera se palpa algo así como los oscuros raíles que conectan dos estaciones de metro. Pero me acuerdo de un ejercicio de creatividad con metáforas, la metáfora une lo diferente, encuentra nuevas relaciones. Y me hago yo mismo el test (A es como B, porque Q): 

-"Una pesada tarde es como un perro de Kent" 
-¿Por qué? 
-"Porque por precioso que sea, como un relato bien alimentado y despulgado, no lo puedes llevar al brazo durante tres horas".

Me voy a dormir con un aprobado alto.  

miércoles, 5 de marzo de 2014

Escribir en tu talla


Fue en el AVE. A mi lado se sentó un chico que canturreaba, pero no cualquier tonadilla: seguía una partitura en su tablet y emitía una melodía segura, aunque a un volumen mínimo, como el que sabe controlar el sonido. Un profesional, vaya.

-¿Eres tenor?
-Contratenor.

El único papel de contratenor que conozco, es el de la Pasión según San Mateo, de JS Bach. De ahí que me dejara en suspenso (por mi ignorancia), ¡un contratenor!, y yo con estos (inexistentes) pelos.

El AVE llegaba ya a su nido, y dio poco para un diálogo que, de haber sido atacado antes, hubiera dado bastante de sí. Pero al terminar, y hablando de técnicas de respiración y relajación para cantantes e instrumentistas de viento, vino a darme una preciosa metáfora:

-Sí, cuando consigues una buena técnica es tal el alivio que te da la impresión de que toda tu vida has estado caminando con zapatos tres tallas menos.

Eran las 23:00, nos despedimos, él quizás tomó un taxi, y yo me dirigí hacia la entrada del metro con la metáfora atravesada en las neuronas: también pasa en la escritura, se escribe mejor -con más gusto, más seguridad- con un poquito de técnica.