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T. S. Eliot, Coros de La roca, I



lunes, 31 de diciembre de 2018

La lección del maestro, de Henry James: cuatro notas de lectura

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La lección del maestro, Henry James. La Isla de Siltolá, 2018. Traducido por José Luis Piquero


I.
Fue una bella sorpresa descubrir esta traducción reciente de la novella de James. Hacía no mucho que la había leído en inglés y me apetecía cotejar mis impresiones con lo que el traductor hubiese traído al papel. Traducir es una modalidad de leer. Y para los lectores de James -el maestro de la captación psicológica y del temple moral de los personajes-, siempre es una delicia conversar con quien tenga una lectura que ofrecer de alguna de sus obras.

II.
La conformación, el descubrimiento de una vocación literaria, las exigencias de esa maldita perfección de la que hablaba Rafael Argullol en su libro de ensayos, la figura del maestro y mediador -¿qué no diría aquí René Girard?-, las dicotomías de la modernidad entre intelecto y afectividad, aurea mediocritas burguesa o tormento artístico... El genio de James recoge todo y todo lo bulle en una trama imaginativa, sorprendente, al tiempo que profunda. En su ensayo El arte de la ficción habla de la experiencia directa como condición necesaria para el novelista. Basta leer un buen resumen biográfico de James para conjeturar cuánta experiencia no habrá en esta novella; pero aun sin información extratextual, el mundo configurado aquí transmite la sensación de vida reanimada por el prodigio de la imaginación y la inteligencia profunda de lo humano. 

Un texto que recomiendo a cualquier alumno de escritura creativa.

III.
Se añade en este volumen de papel ahuesado y bellamente editado por La Isla de Siltolá -una delicia- el relato más breve "Lo realmente correcto", una historia de fantasmas, para decirlo rápido y más bien mal; porque, como en Otra vuelta de tuerca, James siempre da mucho más que un rato de entretenimiento, y cada lector recala en el nivel que mejor le acomode, o en varios. Le recomendaría su lectura a todo aquel que se las haya con la tarea de biografiar a un escritor, y presienta la presencia y la insondabilidad de un alma bajo papeles y documentos, y el vértigo de las decisiones.

IV.
Traducir a James es un reto, es la dificultad de traducir lo que es difícil de decir. Así que la traducción se muestra como lo complejo al cuadrado. James, como "su discípulo" Conrad, exploraba los penumbrosos senderos de la interioridad o, si se quiere, registraba imaginativamente la sismografía de la intimidad, el vaivén de sus motivaciones y emociones. Así que enhorabuena al meritorio trabajo de José Luis Piquero, por el que volvemos a escuchar a James rumoreando sus apasionantes asuntos por los corredores del castellano.