I.
Hace unas semanas participé en el III European Liberal Arts and Core Texts Education Conference, organizado por el Instituto Core Curriculum de la Universidad de Navarra, dirigido por José María Torralba. Es bello conversar sobre libros que amas, que van contigo. Y afuera, en el campus, flotaban los tonos amarillos del gingko y de los álamos, los colorados de las hayas... hojas entre hojas...
II.
Cuidar de las almas. La literatura que habito en la lectura es la que despliega ante mí un mundo, con benevolencia, sin paternalismo. Es la hospitalidad del texto. En las clases en la Facultad, en la Complutense, cuando semana a semana conversamos sobre lo que hemos descubierto en un gran libro, estamos cuidando unos de otros. Más allá del significado del texto, llegamos a la significancia, lo que Ricoeur designa como lo que el lector actualiza en el texto para sí, para su vida. Es lo que nos ofrecemos, lo que escuchamos con respeto y acogida. Somos una comunidad lectora, heterogénea, pero atenta al otro.
III.
Para Ricoeur leer es como interpretar una partitura: el objeto artístico literario disponible para todos, solo se convierte en objeto estético, en vida íntima, en la lectura. Hemos hecho cantar al texto con el tono único de nuestra voz y nuestra vida. ¿Cómo leer en voz alta "Mañana y mañana y mañana", el verso de Macbeth en ese momento denso, poético y trágico de la obra? Nos afina, nos convoca a poner todo de nuestra parte. La literatura pide sinceridad, cuando ella la da.
IV.
Durante los días del congreso hablábamos de Dostoievski, Salinger, Dante, Sófocles, Homero, Ovidio, Cervantes, Bernad Shaw, Chesterton... y también con ellos. Ahora, en este cálido otoño de Madrid, voy leyendo Bacantes de Eurípides y siento la presencia de esta compañía de grandes autores y sus susurros en la lectura. Una conversación interminable.