“Si suena como un sinsentido, probablemente lo es”
Neal Battaglia, un magnífico saxofonista de jazz y pedagogo, nos regala periódicamente a sus seguidores algún vídeo sobresaliente. Quiero hablar de uno: una actuación-documental, titulada “Language”, dentro de la serie Unspoken Language, sobre el cuarteto de Al McLean, integrado por McLean (saxo) y Kevin Dean (trompeta), Morgan Moore (bajo) y Hans Verhoeven (batería). A un músico hay que pedirle, principalmente, que toque bien, pero si además de hacerlo sensacionalmente, habla sobre el sentido de lo que hace, se merece las dos orejas –para escucharle, se entiende-. Pues el cuarteto de McLean se las merece –y aun el rabo-, porque regala auténticas perlas de sentido común sobre la música, la narratividad, la inteligibilidad, el estilo. Lo que más me gusta: un horizonte de sentido orientado hacia la persona, en última instancia, hacia su dignidad.
(Birk's Works, de Dizzy Gillespie)
II
Estamos acostumbrados a oír: “Este poema tiene una música especial”, “Eso que has escrito, suena a Juan Ramón Jiménez, pero con sordina, (o con sardina)”, “Mide bien esos endecasílabos, rompen el ritmo”. Pues bien, en el ámbito de la música, entre gente muy sensata como McLean, Dean y Moore, se apunta hacia lo literario y lo narrativo para explicar y explicarse lo que se hace, y se escuchan cosas como las que se dicen en el vídeo:
“Puedes crear un lenguaje de la nada, pero nadie te prestará atención, no entenderán de qué estás hablando (a mí esto me trae ecos de Eliot y E. D’Ors)”,
“Sonar diferente no es tan difícil: diferente es fácil; sonar bien, y de modo único, eso es otra cuestión (unicidad: Marías, Marcel, Guardini)”,
“Es la lucha de siempre entre hacer tus cosas e intentar hacerlo de un modo auténtico, real. Mucha gente toca y hace algo que puede ser técnicamente bueno, pero lo que están diciendo no habla en absoluto” (Eliot, de nuevo, "Reflections of Verse Livre"),
“Puedes encontrar muchas maneras de contar nuevas historias en un estilo anterior (por estilo anterior se refiere, de nuevo, al sentido de tradición)”.
En fin, sin pedirles una exposición precisa de una teoría musical, charlan sobre una serie de convicciones firmes sobre el sentido comunicativo, narrativo y personal del jazz. El cuarteto de McLean no es un grupo vanguardista, si entendemos por tal a gente obsesionada por la lingüística y la estructura y la post-estructura, como le ha ocurrido en el siglo XX y ribetes a tanto individuo con talento; no se sienten llamados a asestar manifiestos crípticos a quien les haga un poco de caso, ni a instalar entre ellos y el público a un crítico ad hoc como interfaz autorizado y abstruso, sino una formación de personas bien cohesionadas, integrada por músicos profundamente músicos.
III
¿Por qué se dirigen al lenguaje y a la narración unos músicos excelentes, cuando quieren razonar sobre el sentido de lo que hacen? Se me ocurre que es debido a que, al hacer música, se contribuye de algún modo a la verdad, si la música es buena. Se apunta a la realidad humana, y en eso consiste el decir constitutivo de la persona -que explica Marías-, esa tendencia a mostrar, referir a la verdad, a poner en verdad. Y, hasta que no se vea otra cosa, parece que el decir encuentra en el lenguaje verbal su modo más natural. En él se articulan la narratividad de la vida empírica y las narraciones de ficción, allí donde acontece la persona a través de sus acciones, donde se produce sentido.
Tiene mucho sentido que un grupo de buenos músicos, en un arte tan expresivo como es el jazz, se planteen el problema del sinsentido, en el ámbito estricto de la música. Que lo vinculen al ejercicio de contar historias, únicas, que manan de la condición personal del músico. Y que toquen así de bien.
Con este criterio de McLean, sobre la calidad musical –y en el fondo sobre la conexión entre el hacer música y la persona- termina el vídeo: “Si suena como un sinsentido, probablemente lo es”.