Sigo con el diálogo de Cicerón. Un poco más en harina, Lelio explica sobre su difunto amigo:
Disfruto tanto con el recuerdo de nuestra amistad, que me parece haber vivido dichosamente por haber vivido con Escipión (II, xv, mi traducción).
Vivir como vivir-con. Vivir con libros no es lo mismo que vivir con personas, y una torre de marfil puede estar forrada de volúmenes, y conocemos literariamente –y quizás personalmente- esas abisales soledades; pero el libro puede –debe- conducir hacia los otros, en él debe estar su presencia. Y en la buena literatura también la presencia del Otro.
Por supuesto que un libro no equivale a una persona, el amigo es infinitamente mas valioso. De todos modos no logro entender cómo un libro nos puede llevar directamente hacia una persona.
ResponderEliminarJavi, en el fondo es un misterio, yo tampoco puedo dar una fórmula. Pero no es un misterio detectivesco, ni terrorífico, ni lo que decían los ilustrados que desaparecería si la razón avanzase mediante la ciencia. Es un misterio en el sentido humano de algo que nos atañe, nos envuelve, está dentro y fuera de nosotros al mismo tiempo (Gabriel Marcel).
ResponderEliminarDe todos modos, un libro es una huella de un alguien que lo creó; y alguien que lo escribió es también una huella de un Alguien que lo creó a él. Hay un sentido personal en el fondo del libro, una presencia personal que resiste al imperio de las puras leyes físicas y fisiológicas. Entiendo que haya quien niegue todo esto; pero entonces, si no hay un sentido personal/Personal al final de nuestro mundo y nuestra vida, todo se vuelve muy triste, y se van las ganas de escribir y crear algo grande y valioso. Te recomiendo leer Presencias reales, de George Steiner, en Ed. Destino.
Todo lo que te he comentado es razonable y al mismo tiempo tiene una justificación cordial e intuitiva.