Una vez se me ocurrió que leer es como tejer. Volvemos al texto, como al tejido, con la aguja de la lectura, una y otra vez. Leer es entrar y salir, entrar y salir… dejando un hilo. ¿El hilo? Me imagino a La encajera de Vermeer introduciendo y sacando una aguja que, al dibujar su bucle en el aire, muestra un hilo invisible; o digamos que ese hilo tan misterioso viene desovillándose de algún delicado lugar. Cuando levanta la aguja, la encajera por allí la pasa, y allí tinta el hilo, y así lo vuelve al tejido, y sólo lo vemos en la trama, perlado ahora, irisado después; de grana, o zarco, o del guiño del azabache… Y al final queda lo tejido, y la encajera –como nosotros- sabe que algo suyo va en ese pedazo de tela con que se viste, al leer.
AVISO PARA QUIEN QUIERA COMENTAR
¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?
T. S. Eliot, Coros de La roca, I
jueves, 15 de abril de 2010
Leer, tejer
Una vez se me ocurrió que leer es como tejer. Volvemos al texto, como al tejido, con la aguja de la lectura, una y otra vez. Leer es entrar y salir, entrar y salir… dejando un hilo. ¿El hilo? Me imagino a La encajera de Vermeer introduciendo y sacando una aguja que, al dibujar su bucle en el aire, muestra un hilo invisible; o digamos que ese hilo tan misterioso viene desovillándose de algún delicado lugar. Cuando levanta la aguja, la encajera por allí la pasa, y allí tinta el hilo, y así lo vuelve al tejido, y sólo lo vemos en la trama, perlado ahora, irisado después; de grana, o zarco, o del guiño del azabache… Y al final queda lo tejido, y la encajera –como nosotros- sabe que algo suyo va en ese pedazo de tela con que se viste, al leer.