Anda por Barcelona Paul Auster. Leo en una noticia de ABC algunas opiniones del novelista: Uno puede estar herido, pero la escritura no sirve para curar esta herida. Estaría bien, ¿verdad?, que la escritura pudiera curarnos heridas -y uno ya entiende que estamos hablando de heridas que no requieren vendas-.
Con todo, pienso que la escritura sí puede ayudar a sanar. Curiosamente, cuando menos le pedimos que lo haga. Apenas sé nada de la grafoterapia, pero siempre he pensado que puede ser algo útil, como unas compuertas que se abren y dejan salir al toro. Dejar salir, intentar enderezar en una secuencia lo que en nuestro interior es un amasijo de pensamientos, sensaciones, recuerdos, deseos...
No le pido a mi escritura que me cure: lo que hago es darme una oportunidad, escribiendo. Oportunidad de llegar a una curación que, como dice Auster, no está en la escritura en sí. Sé, me consta, que está más allá. Pero los "masallaes" necesitan un paseo, y habitualmente es un paseo no exento de esfuerzo. Cuanto más delicada es la herida, más cuidadoso el paseo.
La escritura debe llegar a alguien, si quiere ser enfermera.