I.
Terrible como las epifanías, la excepcionalidad
cuando aparece. Digo un talento excepcional. Porque hay técnicas para escribir
bien, con su no poco trabajo, y sus merecidos réditos, cuique suum. Pero el
talento excepcional lo atraviesa todo, como el espíritu la materia, y no sabes
de dónde viene ni adónde se encamina. Pasa, y en su fulgor te deja el rostro
iluminado. Terrible.
II.
Roth, una vez más, excepcional en A diestra y siniestra: son sus temas de
siempre, su nostalgia austrohúngara, su ironía… pero un nuevo vuelo de su
talento lo vuelve a transfigurar todo, y qué importa que te esté contando, en el fondo, otra vez la
misma historia.
III.
Amplitud y densidad de observación de la
vida, en todos sus registros, altillos y bodegas. Condensación y trallazo de luz
en pocas palabras, donde comparece un personaje, un vicio, un error, un
terror, una dificultad anímica, una felicidad intuida, un imposible de asir…
IV.
Y esa crítica inteligente y rigurosa de las
mezquindades, la pintura de una decadencia social de plutocracias y arribistas;
el vaciamiento del interior humano en las periferias de la acción, el programa
político con colmillos, y a río revuelto, la ganancia de ideólogos y populismos
de vario signo tramoyando febriles su siniestra bambalina tras los telares de la
utopía. Ay.
En la bienvenida Ediciones Ulises: sensible y agradable
edición facsímil. La traducción Luis López-Ballesteros fluye deliciosamente. Enhorabuena.