AVISO PARA QUIEN QUIERA COMENTAR

¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?
T. S. Eliot, Coros de La roca, I



sábado, 29 de noviembre de 2014

Más sobre La sociedad del cansancio de Byung-Chul Han

I.
Estos días pasados, bajo un Madrid de lluvias, releía La sociedad del cansancio para comentar en un seminario de filosofía. Los trenes de cercanías y los vagones de metro como escenario de la lectura, y por lo tanto la lectura como acción dramática. Leer contra el tiempo que corre, lectura transformadora del tiempo cronológico -en este caso, el tiempo frío y ajeno de los horarios ferroviarios- en tiempo humano, en tiempo con sentido personal: de la biología y la tecnología, a la bioanágnosis -me permito hacer este neologísmo: 'lectura de la vida'-. Conversión del transcurrir-sin-mí al transcurrir-mío por obra y gracia del ejercicio de leer.

II.
Bueno, pues me intrigaba el fondo del que Han extrae los recursos intelectuales para elaborar su propuesta, especialmente sus críticas a autores posmodernos. Lo que voy a decir lo podrá valorar quien haya leído La sociedad del cansancio (Herder), y es: ese estilo condensado, que entrega opiniones tan sintetizadas, oculta al lector un arsenal, unas conexiones y un rico proceso intelectual. No me extraña: en La sociedad de la transparencia Han aboga por una intimidad que se sustraiga a la inquisición de una cultura que quiere transparencia absoluta, como si eso fuese posible, y aún conveniente. Pero volviendo al asunto: el no-estilo de Han contrasta con el vedettismo de un Foucault -siempre tan pedagogizante en las lúcidas explicaciones y sistematizaciones de sus teorías- o de un Sloterdijk -siempre tan arrollador en sus frases redondas, en su desbordante erudición creativamente articulada-. No-estilo que, inevitablemente, no puede dejar de ser estilo; porque todo va con su retórica, como todo bicho viviente va con su piel -qué curioso, ahora que pienso la metáfora, la piel es lo último que persiste, cuando el sujeto es ya cadáver y por lo tanto ha perdido la sustancia: qué cualidad tan vital y persistente la del estilo-.

III.
Bien, pues ese escondite de Han: no hago más que escuchar armónicos de filosofía realista, de sentido común, de filosofías de la persona, de trascendencia, de pensamiento dialógico, de paideia, de humanismo, de cristianismo, de autoayuda, de redención, de intimidad, de respeto, de la otredad ...

IV. 
¿Demasiado tiempo leyendo en los túneles ferroviarios de Madrid? Precisamente.