Se va consolidando el Espacio Leer como un lugar de encuentros literarios. He tenido la suerte de asistir a tres (sobre autores actuales de 30 años, sobre la actualidad del mito de Orfeo, sobre la obra de teatro La última sesión, diálogo Freud-C. S. Lewis); suerte, porque no es frecuente ni en la calle ni en ámbitos culturales un clima de diálogo cordial. La iniciativa está llevada a cabo con profesionalidad, los detalles están cuidados con mimo, el local llama la atención por su limpieza y la sugestiva luz vespertina que entra por la cristalera; doy fe de que los invitados y el público se encuentran a gusto, y hay pasión por parte de los organizadores.
No creo que sea por las lecturas de Byung-Chul Han -aunque su aporte han tenido-, pero cada día me autolimito con más prudencia en Internet, aprecio más las "presencias reales" de las personas -ahí está Steiner-, intento captar y seguir los ritmos del encuentro presencial. Y no es fácil. Las inercias de la aceleración, de las rupturas rítmicas, del deslizamiento vertiginoso por las superficies de todo van quedando metabolizadas... por no hablar de la dificultad para un auténtico slow reading... Por eso reconforta Espacio Leer, un Lugar, con mayúsculas. Un Acontecimiento.