En un reciente artículo de The Atlantic leí que los alumnos de grados universitarios de negocios en USA (nuestros ADE) andan exigiendo asignaturas de humanidades (liberal arts) a sus universidades porque las empresas les están exigiendo precisamente eso: "quieren trabajadores que tengan la habilidad de pensar, de escribir, de comprender el contexto cultural o histórico de cualquier decisión de negocios que estén tomando".
Me pregunto si esto se puede conseguir sin leer literatura, más aún, buena literatura. Me respondo: no; o no tan rápido, no tan amena, no tan profundamente. Cuando en los años universitarios alguien hace la experiencia de leer Antígona, o Medea, o Macbeth, o El Principito en un contexto de diálogo y motivación por aquellas cosas que más nos importan en la vida, queda "tocado": ya nada vuelve a ser igual. Sabe más, sabe que quiere saber más, quiere comprender, quiere comunicar, contrastar, compartir lo comprendido, quiere salir a la calle con su puñadito de oro e invitar a todos a algo grande. Ya no quiere bajarse de la gran vida de los grandes libros.