No le tengo afición al fútbol (soy agnóstico en asuntos de politeísmo). Sí le tengo cierta afición a René Girard, porque le da a un interruptor que enciende una luz para ver cosas que atañen de verdad. Y Girard muestra que el sentido de lo “sagrado natural” en todas las sociedades primitivas –como la nuestra- exige víctimas sacrificiales para resolver –aparente, no realmente- las contradicciones en la vida colectiva.
Como agnóstico fiel, no sé si el fútbol existe o no, o si hay un semidiós demiúrgico que llaman “la roja”, caído en desgracia, aherrojado y pendiente de ser sacrificado en el ara de la mala conciencia colectiva, pro bono pacis, si no es capaz de destruir el lado oscuro de esa fuerza que nos acongoja a todos. Un modo de leer las cosas bastante mítico, anónimo y gregario.
Pero lo que sí sé es que la realidad –esa que sí nos atañe profundamente a todos- sigue necesitando lecturas mucho más profundas, personales y valientes.