Encarnación: érase una vez un territorio blogg, de lugares y personas virtuales. Una Andalucía de cartografía cordial, pero inasible. He venido a encarnar esa parte de mí que vagaba en gloriapena. Se remata la encarnadura en "El Blanco Cerrillo", off Velázquez.
Hugo en el refectorio, San: Museo de Bellas Artes de Sevilla, mucho murillo en el muro. Zurbarán: sorpresa mayúscula. Me reencuentro con un cuadro visto por primera vez hace casi treinta años en diez cm2 de libro de texto. Cuando se es joven, las palabras están de más: se coincide espontáneamente con todo. Ahora la imagen es mucho más grande que yo y la visto con palabras, mientras ella me viste a mí.
Llamada: 6:55, llama Enrique García-Máiquez, yo entre el bullicio ensordinado por el calor de C/. Velázquez. Saludos y buenos augurios. Entro todo confortado en La Casa del Libro con la bendición y el cariño del patriarca bloggero.
La aliteración suena bien, pero el hecho es que nunca puede haber mucho Murillo; todo Murillo es poco.
ResponderEliminarAhora que soy padre lo de patriarca no me suena tan tan exagerado, aunque un poco sí, maestro.
ResponderEliminarUn abrazo inasible, virtual.
O sea, Ángel, que eres un murillista: ¡eso está muy bien!, pero yo no me encuentro ahí (y eso que la Sagrada Familia de Murillo en la National Gallery es emocionante. Reconozco que es un gran pintor, desde luego.
ResponderEliminar¡Recibido, Enrique!
ResponderEliminarMurillista no soy, soy amante de la pintura. Y entre los mejores pintores está Murillo, sin ninguna nada.
ResponderEliminarCoincido en todo lo que dices, Ángel.
ResponderEliminar