Siempre tengo presente que leo desde algún sitio: unos conocimientos, un dolor de muelas, una euforia, una crisis, un proyecto. Hay lugares y lugares. No da lo mismo uno que otro: unos son pasajeros, otros más permanentes. Algunos, como mi sombra, son inescapables.
Así que la lectura es como una improvisación de jazz: una nunca es igual a otra, pero lo más importante de ti está presente en ambas. No hay nada que le guste más a un músico de jazz, que le reconozcan por su estilo. No por tal o cual grabación, sino porque ahora, ayer o mañana, si alguien pasa cerca de donde está tocando, pueda exclamar “Es x”.
Al leer me leo. El libro me devuelve la pelota: “¿Quién eres tú? ¿de dónde vienes? ¿desde dónde lees? ¿qué traes a este juego? ¿has desayunado fuerte?”. La lectura es un juego cooperativo, no competitivo. Algunas ideas de Paul Ricoeur me han ayudado a entender estas verdades. Y he entendido que hay libros que me han propuesto juegos de lectura altamente valiosos para mi crecimiento personal; que para algunos juegos hay que estar preparado, y a veces no se está; y que hay juegos que no merecen la pena.
Magnífica comparación con el músico de jazz, que viene que ni pintada (¿tocada?) a mi circunstancia. Curiosamente, para leerte con calma me he impreso tus últimas entradas y he salido al sol. Pero me alejaba del equipo de música, y pensé: "¿Me dará la lectura la música que pierdo por ella?" Me la ha dado.
ResponderEliminarY las otras (qué bueno lo de "bachillerante", la defensa de la escritura y la lectura, el personalismo narrativo...) te las aplaudo desde aquí también. Cuánto que agradecerte.
Qué honor, Enrique, tu lectura al sol, confiada tan sólo a la música del texto.
ResponderEliminarAgradecerte a ti todo este encomio: será por la amistad de mirar hacia un mismo sitio, que dice Lewis en "Los cuatro amores". En algún lugar he leído hace poco que: “A las palabras de amor/ les sienta bien un poquito/ de exageración”.
Realmente fascinante.
ResponderEliminarBueno, tampoco es eso. Gracias por la visita.
ResponderEliminarDe nada, caballero.
ResponderEliminarCuando usted quiera, ya sabe donde tiene su casa.