Suavidad
Para Ana Zanoni Mora
Suaves, Ana, son los suaves sones
que en cada blanca, negra, tecla pones.
Qué lejos queda ya el pentagrama:
Tú ves, yo veo, el pájaro en su rama.
Sonata de Clementi. La ventana
se ha abierto, el viento en la mañana
solo sabe el silencio que sugiere
—que música será, o que te quiere—.
Doble barra final. Llega la tarde.
Ni edad feliz, ni nada que resguarde,
tan solo todo aquello que aprendiste.
Ponías suaves sones: recibiste.