1. Las frases han de estar en perfecto estado de conservación. El de usted no es necesario.
2. Abrir el libro por cualquier lugar. Un mínimo de expectativa ayudará al proceso.
3. Espigar por aquí y por allá. Saltarse los diálogos. Rastrear la parte final de algún párrafo, la que algunos buenos lectores llaman banda dorada o zona de oro.
4. Tener el pasado, el de usted, encendido, al ralentí.
5. Ignorar condiciones lumínicas y acústicas, salvo niveles de pérdida de identidad. Una oscuridad o un ruido excesivos -entiéndase, en el interior de usted- pueden provocar rechazo, pero no solo de la frase.
6. Proceder, solo entonces, a la lectura.
Ejemplo práctico:
Hay que amamantar durante mucho tiempo a un niño para que exija, hay que cultivar durante mucho tiempo a un amigo para que reclame su parte de amistad, hay que arruinarse durante generaciones reparando el viejo castillo que se derrumba para aprender a quererlo. (Carta a un rehén).
Duración aproximada: toda la vida