Alguien podría decir que se es escritor porque a uno le gusta escribir. No. El gusto se queda muy atrás. Se puede elegir muchas cosas por gusto; pero lo grande siempre le elige a uno.
Y una vez elegido, si se ha tenido la fortuna de escuchar esa llamada -y solo viene acallando muchas otras voces, una y otra vez-, la marca indeleble es que no se puede dejar de escribir.
Hay muchos escritores. Ocurre que aún no lo saben. ¿Lo sabrán?