Cuanto más escribes, más lo notas: surge un órgano nuevo, es un fiel. La ruleta de las palabras corre, oscila, como en una báscula. No es esta, no es aquella... la ruleta se va refrenando, solo quedan dos; el fiel está en medio, firme, esperando el decantado.
A veces las dos palabras se quedan equidistantes, y tú vuelves a saber que, si el lenguaje te permite ver la realidad, también ella va siempre por delante. Y a veces no viene la palabra, la expresión... no existe. Todavía.
Realidad, lenguaje... has de permanecer fiel.
Encantador, José Manuel.
ResponderEliminarCuando la realidad no va siempre por delante, es precisamente cuando hablamos demasiado o poco, sin decir nada.
Pero escribir conlleva esa fidelidad que refieres con tanta belleza, la que palpamos incluso cuando leemos.
Gracias.
Muy de acuerdo con tu apunte, Lourdes. Saludos.
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