Ruinas
de Roma
Es tarde ya
junto a los templos de Torre
Argentina,
y yo también he de irme con
ellos.
Hubo dioses aquí, pero la
primavera
ha sido aún más fuerte, y en la
resina arcana
de los pinos contemplo el mito
leve
de mis días.
Aquí hubo un teatro,
y un rumor sacro de túnicas,
aras,
y nadie escucha ya las voces ni
los ecos.
Otra palabra, la del tiempo,
como los bárbaros constante,
se expande bajo el cielo como
savia. Yo tiemblo
bajo el abril triunfante que
volverá sin mí.
Asciende hasta mis labios la
plegaria.
Magnífico poema. Gracias por compartirlo. Un saludo muy cordial.
ResponderEliminarMuchas gracias Antonio, por la lectura y comentario, saludos cordiales.
Eliminar¡Es un privilegio recuperarte para la poesía! Ya sé que no publicarla no significa no escribirla, y que sus tiempos de maduración y de escritura son distintos, mayores, más caprichosos; pero ensanchan la vista estas ventanas de intensidad, entre tanta construcción de narrativa. Un tono de meditación que parece ir extendiendo su cadencia alrededor del poema, hasta ocupar todo el espacio con una sensación de calma, de una extraña nostalgia sin tristeza. La culminación del poema marca su diferencia.
ResponderEliminarJaja, gracias Carlos, la verdad es que estaba poéticamente algo dormido, pero ya estamos aquí. Te agradezco mucho el comentario: es un honor para mí todo lo que tan generosamente dices.
EliminarEs inconmensurable el poema.
ResponderEliminarMe he tomado la libertad y la temeridad de referenciarlo en algo que he escrito para mi propio blog: http://exiliosautoimpuestos.com/?p=263
Perdonen el proselitismo.
Un saludo, profesor
Pero bueno, pues muchas gracias Diego. A ti sí que te veo inconmensurable. Muchas gracias por la referencia en tu blog, que a partir de hoy me pongo a leer. Veo con calma tu texto, tiene muy buena pinta. Y disculpa, porque te debo mail. A ver si es pronto. Un abrazo.
EliminarNo recuerdo tal deuda y de seguir insistiendo en ella me veré en la obligación de tomarlo como una afrenta.
ResponderEliminarLa escritura tiene sus propios tiempos, o eso me han enseñado mis maestros, ya sea epistolar, personal, poética o ficcional.
Nada se debe hasta donde yo sé.
Un abrazo.
Bien, pero los tiene, así que...
Eliminar