Como trabajo para casa, preparar un brindis; y en clase, brindar. C había preparado un brindis por la inauguración de su librería. Me dieron ganas de comprarle un libro. El problema era que se trataba de un ejercicio de oratoria -pero, quién sabe...-. Y luego C -pues hay dos Cs en el Taller- brindó por los 25 años de la promoción de licenciados en psicología, antes de pasar al almuerzo, con el decano y todo. Me sentí psicólogo.
Eran brindis trabajados, con su inventio, dispositio y elocutio. Naturales, sin eternas codas -"y..."- porque no se sabe terminar, y uno se va poniendo nervioso, y los que le escuchan van pensando: ¿En qué mala hora le coreamos "que brinde, que brinde"?; ni grises microbrindis: "Bueno, os deseo lo mejor en este nuevo año".
Hay tanto por lo que brindar, por lo que levantarse y decir un sí a algo o a alguien. Pero hay que prepararse. Es un signo de atención, respeto, cariño hacia los que lo escuchan y con los que se quiere brindar.
¿Por qué no nos enseñaron lo más importante en la escuela?
Divertido, ameno, educativo... ¿Qué más se puede pedir? Lo malo es que se va acabando y lo bueno es que no hay dos sin tres.
ResponderEliminar¿Es una tentación? Hum...
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