Hay una palabra que aprendí al leer Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez: azabache. ¿Cuándo fue? Solo recuerdo que leíamos en clase, yo era pequeño. Y se ha quedado, con este misterioso privilegio.
Cuando recuerdas el lugar y el tiempo de la llegada de una palabra, debe de ser que algo importante, cordialmente importante, ocurrió. Cuántas palabras, simplemente, han llegado a nuestras vidas, como la intermitente cortina de hojas de un plátano cae a tierra; pero solo hay una en la que te fijas, porque te ha llegado a ti, por su color, porque bajó haciendo molinetes como la diadema que una princesita acababa de perder.
Azabache: "Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro".
que curioso. Hace muy poco, jugando con mis hijos al parchís me reencontré con la palabra "cubilete" . Inmediatamente me tranporté en el tiempo a las dulces tardes en las que jugábamos los primos con mi abuelo. Un ser entrañable al que se le hinchaba la palabra y le vibraban sus cuerdas vocales de tenor pronunciando tan divertida palabra , CUBILETE.
ResponderEliminarQué bonito recuerdo, Nani. Es bueno volver a esas palabras que nos han hecho.
ResponderEliminarLa mia fue "Vértigo", la descubrí cuando una niña de la que estaba enamorado en secreto, la pintaba en las cristales de un autobus a la vuelta del colegio, cuando se bajó para regresar a su casa se quedó escrita en el cristal, era uno de esos dias que anticipan el invierno, lluvioso pero con algún destello de sol , y allí mojándose por la lluvia y casi desapareciendo podía leerla. Un dia me dí cuenta que su carpeta estaba forrada con una foto de una pelicula en BN con la misma palabra, la niña se llamaba Fátima y era mucho mayor que yo...
ResponderEliminarCreo que la palabra en sí ya es bella...
Precioso recuerdo. Gracias
ResponderEliminarLord Scutum, ahí tienes un precioso pequeño relato por escribir. Y, sí, creo que es bella, aun sin Fátima.
ResponderEliminarDe nada, mientrasleo.
ResponderEliminar