Ya a la víspera de la llegada de sus Majestades de Oriente, uno se pregunta qué podrá llevar al portal. Dos mil años de pregunta ininterrumpida y sanadora. Me sumo a lo que respondió Christina Rossetti (1830-1894) en un soneto. Mi traducción © no quiere otra cosa que ser fiel, por eso se somete a la libertad creadora que exige cualquier fidelidad.
Le han traído oro y especias a mi Rey
Le han traído oro y especias a mi Rey,
inciensos y tejidos preciosos y marfiles,
oh, dime Madre santa -pues quiero de sus ojos
ser digna en mi pobreza-: ¿qué le podré traer?
Cantos mucho más dulces le traen que los míos,
de coronas lucientes y honores van tocados…
y yo postrada en tierra, por mis pecados lloro,
y ellos libres cantan el celestial cariño.
Me respondió mi Madre -su voz de Él me hablaba,
muy queda, al corazón-: “‘Cantad -mandó a los cielos-,
exultad –a la tierra invitó-’:
Ofrécele también el corazón que guardas:
Lo tuyo no, a ti es a quien quiere. Mira:
el brillo que en ti luce, enseña es de su Amor.”
They
have brought gold and spices to my King /Incense and precious stuffs and ivory: /O holy Mother mine, what can I bring /That so my Lord may deign to look on me?
They sing a sweeter song than I can sing, /All crowned and glorified exceedingly: /I, bound on earth, weep for my trespassing, /They sing the song of love in Heaven, set free.
Then answered me my Mother, and her voice /Spake to my heart, yea answered in my heart: /"Sing, saith He to the Heavens, to earth rejoice:
Thou also lift thy heart to Him above: /He seeks not thine, but thee such as thou art, /For lo His banner over thee is Love."
Thou also lift thy heart to Him above: /He seeks not thine, but thee such as thou art, /For lo His banner over thee is Love."