Eran las siete y pico, yo volvía en el metro. Volvía a
casa, y aún quedaba tarde para tomar un tren en Atocha y llegar a Valencia y
que la noche no pesara. El metro, otra vez, fascinante. Cierto: qué otra cosa
diría quien siempre es una sombra apresurada en Madrid, y en otras ciudades se
hizo sus cicatrices… Eran las siete y pico, el vagón iba casi abarrotado, y
flotaba ese silencio regido blandamente por un puñado de lectores.
Ella, con su moño, la tez oscura, su plumas blanco, leía
un libro. Sabes que estas escenas te reconcilian con algo, aunque a veces no
quieras indagarlo. Tranquilamente, la lectora levantó la vista —es evidente que quería ver algo que no estaba en el vagón—, mediocerró el libro y leí entonces la portada. Yo también lo tengo, escrito por un amigo mío, filósofo.
Fascinante.
¿A esto se le llama final abierto, no? :))
ResponderEliminarJ.M., esto no. No nos puedes dejar así.
ResponderEliminarPor favor, título y autor.
Tan abierto es, que seguro que sí. Un abrazo.
ResponderEliminarEnrique, así es: podría haber ido la cosa por otro sitio. En un pañuelo caben lágrimas de todo tipo.
ResponderEliminarImpresionante, nunca me pasó eso de poder ver qué lee otro en el tren y coincidir. Obviamente sin que se trate de algo muy clásico o muy de moda. ¡Y encima de un amigo! Es como que de ese "silencio regido por..." se hubiera pasado a un estallido.
ResponderEliminarSí, Juan Ignacio, me gusta esa comparación con el estallido... ¡y además filosofía: estallido nuclear! Muchas gracias por tu visita, te la debo.
ResponderEliminar¡Rafael!, se me traspapeló tu comentario. Está bien: "Invitación a pensar" de Jaime Nubiola. Verdaderamente invita, y lo consigue, para todos los públicos.
ResponderEliminarLe habría encantado que se lo dijeras. A lo mejor te había explicado qué era lo que intentaba ver.
ResponderEliminarNunca lo habría definido así, y tampoco se le ha ocurrido al Consorcio de Transportes, pero es verdad, el metro es un lugar fascinante.
Pues sí, hubiera estado bien preguntarle, y habría dado para un microrrelato, seguro. El metro es de lo que más me gusta de Madrid, lo tenéis muy bien cuidado. Saludos Cristina.
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