
I.
Sencillamente, fascinante, este Cúpulas y capiteles. Entradas del blog La columna toscana (La Isla
de Siltolá). Basta que alguien cree un género (Javier Sánchez Menéndez), y se
licue de insignes ejemplos, para que alguien (José María Jurado) lo reviente
por sus más confiadas cañerías y se desparrame como una carcajada imprevisible
por sus ya descosturas. Porque es un género este Álogos, este traer a la pérdida diferida de las páginas, lo que es instantánea
pérdida -esa escritura generosa- en el vértigo mudo del blog. Otro “formato” de
la codicia indeclinable de ser presencia en el solar del perder que
es el vivir; que siempre ha sido.
Duchamp creía que lo había hecho primero, cuando se hurtó
aquel urinario y lo iluminó bajo otra luz. Iluso (y guarrete). Sería que los
burgueses andaban muy somnolientos, o Gombrich aún no había llegado, o la caja
registradora no daba para historias (del arte): al final, entre uno y otros,
todo quedó en la misma familia de escandalizadores y escandalizados. Pero aquí
tenemos la traslación a escala humana, digna, alta, en gracia; del
derrumbadero digital de cada día, a un alfeizar soleado y amparado de un vidrio
esbelto y su rosa al goache poco untado de Gaya, esperando el prodigio del buen
leer.
Para decir lo que es, no es, pudiera ser un blog, remito a
mis Enriques (B y G-M); que yo mejor no lo diría.
II.
Jamás había leído tanta inteligencia, sensibilidad,
ficción, cultura… palpado un encaje así, de Valenciennes, a la aguja de las palabras.
Y ahora ya.
III.
Baudelaire hacía toda esa defensa de la crítica literaria
partisana, interesada. No le faltaba razón. Nos gusta más lo que más nos gusta,
je. Y ya hace tiempo que los “contenidos” y las perspectivas volvieron a la
crítica, y reconocemos que mostramos incorregible arrimo a lo que, más allá de
la forma de todos reconocida, nos habla de lo que también nosotros pensábamos.
Así, no puedo evitarlo, me voy con lo que también decía Azorín en “Zaguanes”, a
lo que a mí también me repugna y sobrecoge en “Réquiem por baby P.”, a esa
antigua “Verdad de la poesía”, a toda esa suite ‘Música de capilla’ de pulso y
plectro y planto y plenitud cristianas.
IV.
Fantásticos los microcuentos de ‘Las mil y una noches’,
las semblanzas de ‘Dramatis personae’ –aquí he de decir que el affaire Galileo
es algo más complejo que lo que la vulgata urbana pregona-, y el ‘Prologuillo’
y todo…
Bueno, queden allá esas Cúpulas y capiteles, y aquí esta partisana reseña, esperando las inexorables aguas del sumidero
digital.
¿es prosa poética? ¿Quién este Jurado?
ResponderEliminarEs muy difícil de definir, porque "toca varios instrumentos". Hay prosa poética, narración, reflexión, poesía. Es un escritor de Sevilla, con muchas lecturas, y muy bien hechas. Y un gran hábito de escritura. En fin, lo mejor es leerlo. Ya me dirás, si lo haces, Nacho. Un abrazo.
ResponderEliminarJ.M., vuelva a la antigua plantilla del blog, que era más atractiva y fácil de manejar para el lector.
ResponderEliminarHumm, con lo contento que estaba con esta... ¿en qué sentido era más fácil? Lo pregunto por poner remedio, me interesa mucho tu comentario. Y muchas gracias por pasar por aquí.
ResponderEliminarPues sí que tiene buena pinta el libro...¡Ya no sé de dónde sacar más tiempo! ¡Me vais a matar!
ResponderEliminarUn abrazo y gracias ;D
Bueno, Rafael, tú verás. Pero sí, tienes razón. Bienvenido a la fosa común.
ResponderEliminarQuerido José Manuel, en el tráfago de la semana no había advertido esta reseña. Que leo, ahora, hoy, muy emocionado. Me quedo sin palabras y esto es lo peor (o lo mejor) que le puede pasar a un escritor. Mil gracias. Mil.
ResponderEliminarJMJurado.
Gracias a ti, José María y no te preocupes, nuestras existencias en www son tan volátiles... y además, creo que es bueno que estas cosas nos atrapen toda la atención, por higiene mental.
ResponderEliminarAhora que te tengo aquí, de nuevo, enhorabuena por tan buen libro, y por esta línea creativa tan alta y tan sostenida.
Un abrazo
José Manuel