Un libro pequeñito, por su tamaño y su número de páginas. Pero un imán. Pasan los días, los años, y vuelvo a él. Una tensión humana sostiene las letras -no el papel, menuda tontería-, que hablan de qué nos va o nos viene con esto de la literatura. Un poquito, solo un poquito, y os haréis una idea:
"!Llega a ser el que eres!", me susurra la literatura, según el mandamiento de la Segunda Pítica de Píndaro, retomada por Nietzsche en Así habló Zaratustra.
De ahí, para arriba.