Viernes pasado, de nuevo la suerte de asistir a los coloquios de Cultura Visual Contemporánea. 7:30 pm, sede de la Fundación Mainel, Valencia.
Gaudí: el proceso creativo desde dentro, se titulaba la sesión. Jordi Faulí i Oller, Arquitecto Director Adjunto de la Sagrada Familia; y Concepció Peig, Profesora Titular de Arte de la Universitat Internacional de Catalunya, hicieron unas intervenciones sencillamente impactantes. No por nada espectacular -en el sentido más popular del término-, sino porque hablaron con gran conocimiento de causa de un hombre y una obra geniales.
Jordi Faulí contó que, cierta vez, un arquitecto del equipo de Gaudí le urgía a este a que implementara (¡horror!, esta palabra hay que evitarla como sea; el DRAE la acepta, pero es un anglicismo irredimible; no la dijo Jordi Faulí, me ha venido a la mente) un procedimiento constructivo. Y Gaudí le contestó: "Mi cliente no tiene prisa".
En las calles adyacentes a la mía, ha habido una verdadera fiebre implementadora pre20N: firmes reasfaltados de ese marengo recién vertido, moquetoso, que da casi escrúpulo pisarlo; carriles-bici sublimados hasta la eco-apoteosis (y que conste que estoy a favor)... en fin, los "clientes" de la democracia somos nosotros. Y eso me hace pensar, con pesar, que se nos trata con ese cortoplacismo de lo efímero.
Hace unas semanas recibí una entrañable carta, y quien escribía me recordaba ese salmo 102 (103): ¡el hombre! Como el heno son sus días: florece como flor silvestre; sobre él pasa el viento y no subsiste, ni se reconoce más su sitio.
Y la contestación de Gaudí... Hay un Cliente, y eso me consuela -ya se ve que se puede entender la palabra cliente en un sentido mejor-; no tiene prisa, y eso me da paz; y debajo del asfalto hay heno, y debajo del heno... eternidad.
(Disculpas por la banda blanca, que no sé quitar, y me tengo que ir a dormir. Se puede ver como un carril bici, de heno, y entonces queda muy bien).