Al escuchar “Claudia” por Paquito D’Rivera y Arturo
Sandoval, en un parque
Oía yo los sones acordados
de un fliscorno y un saxo
bien tocados.
La mañana era fresca y cuatro tilos
verdeaban la luz de los
estilos.
Corrían las corcheas y las
hojas
de verdes, en glissando, iban
a rojas.
El cielo, bien plisado, en un
allegro
cantaba en zarco azul, el
mirlo en negro.
No preguntes por qué o cómo o
cuándo:
los gorriones allí, todos
piando
—y sin bachillerato— bien lo
saben.
(Y aún te diré más: no entra
en examen).