Hace muchos años descubrí un librito prodigioso: Nuevo arte de pensar, del filósofo francés Jean Guitton. Me deslumbró el estilo suelto, personal, desordenado, con que iba tratando aspectos del pensar. Subrayé muchas líneas, como hace todo entusiasta.
Hoy me he vuelto a encontrar con el librito. He buscado mis subrayados, y he encontrado un espejo antiguo. He de decir que me he visto como entonces. ¡Cómo rejuvenece reencontrarse con verdades de verdad!
Aquí dejo este asombroso párrafo. Viene después de que el filósofo haya hablado de que para mirar el mundo, hay que ir cargado de expectativas, con una (pre-)visión interior. Es matizable, discutible, es, de algún modo, una exageración, pero también es verdad:
Me atrevería casi a decir que el precepto más útil para aprender a mirar sería: "Cierra los ojos e imagina de entrada una visión mental interior". Para aprender a oir: "Tápate los oídos". Para aprender a leer: "Cierra el libro y adivina". ¿Qué quería decir Leonardo da Vinci cuando escribía que la pintura debía ser una cosa mental, cosa mentale, sino que en el momento que el pintor dibuja una línea y pone color debe tenerlo todo en su espíritu? Sólo se ve aquello que ya se ha visto. Sólo se ama lo que ya se ha amado. Cuánta verdad en la famosa paradoja de Menón de Platón: "Conocer, en el fondo, es reconocer".