Estaría dispuesto a pensar que el lector no tiene
obligaciones. Pero me indispondría con respecto al buen lector. Me vino al
pensamiento esta misma mañana (la mañana: merluza en que termina de escurrirse
el ayer) recordando el taller, algunas cosas que surgían al hilo de los textos.
Les preparé un texto descriptivo de Ébano, de Kapuscinski. Aprendí mucho del feedback: diversas
sensibilidades, rincones no barridos del polaco (del autor, me refiero),
algunas conjeturas sobre la traducción (ay, ingrata labor que solo aprecia el
inconsciente del lector; es decir, nadie) sobre posibles fallos… en fin, no está
obligado —Dios nos guarde— el lector a gustar de ningún libro o estilo contra
su voluntad, capricho o gana.
Pero digo que el buen lector sí tiene algún deber para
casa. Y un buen escritor es un lector consciente, aplicado. Cuánto aprendemos
de lo diferente. No hay perfil sin fondo. Quien no fondea, crece ilimitado, y
en su desmesura se vacía de su esencia.
Esta merluza ya está lista.