Hay cosas que solo salen a la segunda o a la tercera. A mí me ha pasado con Flannery O'Connor: llevas años rodeado de admiradores de la escritora, conoces bien las portadas de sus libros, títulos, comentarios, incluso te aventuras a leer algún relato. Pero nada. Se lo achaco a esos imponderables de la vida, que hacen que no seas la persona adecuada en el momento oportuno. Pensabas que te subías al coche de bomberos en el tiovivo, y realmente era la jirafa. En fin, un desencuentro de tantos, una asimetría más entre expectativas y hechos. Llegó a preocuparme un poco. Pero tampoco hay que darle mucha importancia, es condición humana; y además, con un poco de paciencia, las cosas se reordenan, y a la siguiente vuelta sí que es el coche de bomberos, o algo todavía mejor, por ejemplo la casa de Blancanieves.
Bueno, tomé los cuentos completos de O'Connor, el de la portada con la niña famélica, y me leí el primero, el del geranio. Iluminación. Ahora sí. Las ruedan dentadas de la lectura encajaron bien: se me reveló un mundo y una voz. Creo que estaré un buen rato en el tiovivo.
Me pasaba como a ti. Pero, desgraciadamente, me sigue pasando. A lo mejor, un día, ojala. Que Flannery tenga paciencia.
ResponderEliminarSí, un día inesperado salta la chispa.
ResponderEliminarLa verdad es que han elegido un buen cuento para abrir el volumen: el del geranio es de lo mejor. A mi me gusta Flannery, me desconcierta y me provoca. Os aconsejo "Misterio y maneras", una colección de ensayos y conferencias en los que la O'Connor explica cómo entiende ella el oficio del escritor. Creo que da luces. Lo edita Encuentro y es un poco caro, la única pega.
ResponderEliminarBuscaré ese libro, Ion. Me da la sensación que Flannery no es una lectura como para pasarse una hora y pico con ella, por eso que comentas del desconcierto y la provocación. Parece que se asimila mejor en pequeñas dosis.
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